viernes, 4 de septiembre de 2009

NO Apto para menores de 28 AñoS

Si las cosas de la vida hacen que de pronto te encontrés en la Estación de Retiro, en Buenos Aires… podrás hacer un aburrido paseo por la plataforma de una terminal.
Aunque también te puede pasar que te sorprendás al encontrar entre todos esos pequeños compartimentos de ventas de pasajes y comida rápida, un sala de lectura! Sala de lectura Ernesto Sábato:
http://laestaciondelectura.blogspot.com/2008/09/sala-de-lectura-ernesto-sabato.html


Se pueden encontrar obras realmente buenas y diversas en los anaqueles, desde turismo a cocina, guías de paseos ilustradas, literatura, filosofía, arte, deportes… Literatura: Obras de Gorodischer, Borges, Tizón; teatro griego…
También: Unas revistas algo anacrónicas que siguen preguntándose cosas como:
¿Existe la literatura argentina? ¿Existe la filosofía en la Argentina?
Preguntas a las cuales responden muchos de los intelectuales más “importantes” de Argentina. Pienso: (...) Será que los argentinos existimos o seremos un eufemismo del diccionario español?

Y... encontré por segunda vez en un mismo mes, en un sitio inesperado El Retrato de Dorian Gray en cuyo prefacio dice algo más o menos así:
“Los que leen el símbolo lo hacen bajo su propio riesgo. Es el espectador, y no la vida, que el arte refleja realmente. La diversidad de opiniones sobre una obra de arte que muestra la obra es nueva, compleja y vital. Cuando los críticos están de acuerdo, el artista está de acuerdo con él. Podemos perdonar a un hombre para hacer una cosa útil siempre y cuando no admirarlo. La única excusa para hacer una cosa inútil es que uno admira intensamente. Todo arte es completamente inútil. OSCAR WILDE”.

Luego de leer este libro de modo salteado como dice Macedonio Fernández, en un día en el que no llueve fuera de la estación, todo cambia, aunque sea un poco.
Aunque se podrían decir un montón de cosas sobre las cuestiones estética del libro, sobre la importancia de su aparición en la historia de Wilde… prefiero ahondar en las vivencias y entonces, en un quiosco de revistas de la misma Estación de Retiro hay una foto de Dorian en la que sus ojos me miran e intentan decir algo que apenas se escucha, algo sobre las historias particulares que aparecen en un camino a la contrucción de espejismos, en los que las calles no tienen pavimento y la tierra emana un olor intenso a fuego.
Así con el Retrato de un hombre de papel con una mirada desorbitada, sigo el viaje acompañada de un personaje que no deja de preguntar cosas imposibles de responder.