miércoles, 29 de diciembre de 2010

Con gloria vivir!

Marcha patriótica (1813)



¡Oíd, mortales!, el grito sagrado:
¡Libertad!, ¡Libertad!, ¡Libertad!
Oíd el ruido de rotas cadenas,
ved en trono a la noble igualdad.
Se levanta a la faz de la Tierra
una nueva y gloriosa Nación,
coronada su sien de laureles,
y a sus plantas rendido un león.


De los nuevos campeones los rostros
Marte mismo parece animar
la grandeza se anida en sus pechos:
a su marcha todo hacen temblar.
Se conmueven del Inca las tumbas,
y en sus huesos revive el ardor,
lo que ve renovando a sus hijos
de la Patria el antiguo esplendor.



Pero sierras y muros se sienten
retumbar con horrible fragor:
todo el país se conturba por gritos
de venganza, de guerra y furor.
En los fieros tiranos la envidia
escupió su pestífera hiel;
su estandarte sangriento levantan
provocando a la lid más cruel.
¿No los veis sobre México y Quito
arrojarse con saña tenaz
y cuál lloran, bañados en sangre,
Potosí, Cochabamba y La Paz?
¿No los veis sobre el triste Caracas
luto y llanto y muerte esparcir?
¿No los veis devorando cual fieras
todo pueblo que logran rendir?


A vosotros se atreve, argentinos,
el orgullo del vil invasor.
Vuestros campos ya pisa contando
tantas glorias hollar vencedor.

Mas los bravos, que unidos juraron
su feliz libertad sostener,
a estos tigres sedientos de sangre
fuertes pechos sabrán oponer.


El valiente argentino a las armas
corre ardiendo con brío y valor,
el clarín de la guerra, cual trueno,
en los campos del Sud resonó.
Buenos Aires se pone al frente
de los pueblos de la ínclita unión,
y con brazos robustos desgarran
al ibérico altivo León.


San José, San Lorenzo, Suipacha,
ambas Piedras, Salta y Tucumán,
La Colonia y las mismas murallas
del tirano en la Banda Oriental.
Son letreros eternos que dicen:
aquí el brazo argentino triunfó,
aquí el fiero opresor de la Patria
su cerviz orgullosa dobló.


La victoria al guerrero argentino
con sus alas brillantes cubrió,
y azorado a su vista el tirano
con infamia a la fuga se dio.

Sus banderas, sus armas se rinden
por trofeos a la libertad,
y sobre alas de gloria alza el pueblo
trono digno a su gran majestad.


Desde un polo hasta el otro resuena
de la fama el sonoro clarín,
y de América el nombre enseñado
les repite:
"¡Mortales, oíd!:


ya su trono dignísimo abrieron


las Provincias Unidas del Sud".


Y los libres del mundo responden:


"Al gran pueblo argentino, ¡salud!


Coro
Sean eternos los laureles,
que supimos conseguir.
Coronados de gloria vivamos...
¡o juremos con gloria morir!

viernes, 17 de diciembre de 2010

Ya que no existo, digo Freud, Lacan y otros hombres por demás hermosos y brillantes a quienes debo los mejores y los peores combates, ya que no puedo pertenecer a vuestra pequeña casta de histéricas inconsolables, ya que no puedo acomodarme al objeto prefigurado de deseo correspondiente donde debiera empequeñecer para permanecer mutilada ahí dentro, ya que no puedo seguir succionando líquidos barroquísimos, ya que no puedo seguir naufragando en las aguas turbulentas del mar Negro, ya que no he hecho de la debilidad adaptativa una fortaleza sin hastío, ya que no he dominado la lengua de serpiente como debería haberlo hecho, ya que la mayoría de edad recientemente adquirida admite la opción de maniobrar en contrasentido, ya que las fronteras son intransitables, ya que no puedo perpetuar la especie porque he nacido estéril, ya que no puedo ser ni mártir ni verdugo, entre otros catorce mil caracteres, porque mártir y verdugo son imágenes creadas por el Hombre acumulativo de la estirpe, en las que sólo a través de un travestismo desfemeneizante (muy poco placentero) podría encarnar las metáforas en las que habría de ser luego apedreada. Ya que no puedo con todo eso, me obstino en tomar por el camino de la libertad desconocida, partir acaso en busca de una isla desconocida a lo Saramago, acaso tomar el sol la mañana el vodca y el libertinaje de elegir el color, el tamaño y la inscripción de la lápida que el sendero indefectiblemente designa.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Fragmentos de un evangelio apócrifo

Jorge Luis Borges (Argentina, 1899-1986)

1.

2.

3. Desdichado el pobre en espíritu, porque bajo la tierra será lo que ahora es en la tierra.


4. Desdichado el que llora, porque ya tiene el hábito miserable del llanto.


5. Dichosos los que saben que el sufrimiento no es una corona de gloria.


6. No basta ser el último para ser alguna vez el primero.


7. Feliz el que no insiste en tener razón, porque nadie la tiene o todos la tienen.


8. Feliz el que perdona a los otros y el que se perdona a si mismo.


9. Bienaventurados los mansos, porque no condescienden a la discordia.


10. Bienaventurados los que no tienen hambre de justicia, porque saben que nuestra suerte, adversa o piadosa, es obra del azar, que es inescrutable


11. Bienaventurados los misericordiosos, porque su dicha esta en el ejercicio de la misericordia y no en la esperanza de un premio.


12. Bienaventurados los de limpio corazón, porque ven a Dios.


13. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque les importa más la justicia que su destino humano.


14. Nadie es la sal de la tierra, nadie, en algún momento de su vida, no lo es.


15. Que la luz de una lámpara se encienda, aunque ningún hombre la vea. Dios la verá.


16. No hay mandamiento que no pueda ser infringido, y también los que digo y los que los profetas dijeron.


17. El que matare por la causa de la justicia, o por la causa que el cree justa, no tiene culpa.


18. Los actos de los hombres no merecen ni el fuego ni los cielos.


19. No odies a tu enemigo, porque si lo haces, eres de algún modo su esclavo. Tu odio nunca será mejor que tu paz.


20. Si te ofendiere tu mano derecha, perdónala; eres tu cuerpo y eres tu alma y es arduo, o imposible, fijar la frontera que los divide.


24. No exageres el culto de la verdad; no hay hombre que al cabo de un día, no haya mentido con razón muchas veces.


25. No jures, porque todo juramento es un énfasis.


26. Resiste al mal, pero sin asombro y sin ira. A quien te hiriere en la mejilla derecha, puedes volverle la otra, siempre que no te mueva el temor.


27. Yo no hablo de venganzas ni de perdones; el olvido es la única venganza y el único perdón.


28. Hacer el bien a tu enemigo puede ser obra de justicia y no es arduo; amarlo, tarea de ángeles y no de hombres.


29. Hacer el bien a tu enemigo es el mejor modo de complacer tu vanidad.


30. No acumules oro en la tierra, porque el oro es padre del ocio, y este, de la tristeza y del tedio.


31. Piensa que los otros son justos o lo serán, y si no es así, no es tuyo el error.


32. Dios es mas generoso que los hombres y los medirá con otra medida.


33. Da lo santo a los perros, echa tus perlas a los puercos; lo que importa es dar.


34. Busca por el agrado de buscar, no por el de encontrar


39. La puerta es la que elige, no el hombre.


40. No juzgues al árbol por sus frutos ni al hombre por sus obras; pueden ser peores o mejores.


41. Nada se edifica sobre la piedra, todo sobre la arena, pero nuestro deber es edificar como si fuera piedra la arena


47. Feliz el pobre sin amargura o el rico sin soberbia.


48. Felices los valientes, los que aceptan con animo parejo la derrota o las palmas.


49. Felices los que guardan en la memoria palabras de Virgilio o de Cristo, porque éstas darán luz a sus días.

50. Felices los amados y los amantes y los que pueden prescindir del amor.

51. Felices los felices.

lunes, 8 de noviembre de 2010

EL FIN DEL MALEFICIO

…atravesamos las palabras, luego los conceptos y allende a las metáforas, penetramos en ese mundo alargado y viscoso de todocontinuidad.

… tal vez haya algún dios, o una luz, o la nada, ¿O?

Más acá estamos nosotras y ellos, intentando atinar alguna perspectiva precisa.

Desde la metáfora de la modernidad periférica, en un más allá dónde se suceden sucesivos terremotos culturales, existe un sitio enclavado en la dimensión maravillosa. Es real, aunque ello suene a tierra y a infierno al unísono y, en el revés de estas palabras, también haya autenticidad.

El espejo sumergido en la tierra hecho de tiempo y de agua no es el de Heráclito y eso es una bendición contradictoria. Tampoco hablo del espejo de Alicia, -aunque sí en cierto sentido-, sino de los espejos de Borges, y tangencialmente, del espejo del innombrable.

Claro que a través de cualquiera de ellos pueden ser mirados los otros.
Claro que en ninguno de ellos, nuestro reflejo tiene preeminencia.

De cualquier modo, un espejo es necesario, no para… sino para romperlo: ya no hay temor a los augurios atrapados en las mano, porque todo lo terrible y vergonzoso del mundo humano está pasando.

Tal vez los espejos que no hemos roto sean demasiados.

…época en la que todo lo bueno ha sido dicho, ¿y no hecho?

Transidas de desencanto nos hallamos, arrolladas por conocimientos bien heredados.

Maniatadas a una cultura que vibra su absurdidad al unísono como eterna y efímera; ella amenaza con desplomar la paradoja encima de todo lo humano cada tanto tiempo.

¿Será éste, el tiempo del cíclico terremoto cultural? ¿Seguiremos recorriendo cementerios para exhumar cadáveres? ¿Los vivificaremos y vestiremos para re-presentarlos en la escena? Eso es lo que sentencia sórdidamente el espejo.

—Le creo al ESPEJO, ¿Cómo no hacerlo? ¡Es tan real! Pero antes deberemos acreditar la procedencia, describir los lugares donde la palabra creencia tañe su significado. Ya no seremos capaces de engendrar sino lo viejo, sino lo mismo, eso dice él. ¿Pariremos ancianos que rejuvenecerán su ventura conforme pasa el tiempo? ¿O también el ciclo de la vida ha caído en la redada?

Tensaremos la cuerda para erigir (aún más) el Estandarte agigantado (por el reflejo) del conocimiento: allí está Él, majestuoso, instituido, inamovible y de acero inolvidable. Aquí estamos nosotros, instituyentes, agrietados e imprudentes, irracionales y alarmados.

…pero ocurrió que un día… el Estandarte casi cae al suelo y nosotras, que creemos en todo lo que vemos: en el martillo, en las grietas, en los orificios construidos…, padecimos de un pavoroso pánico.

No sólo el agua horada la piedra, también lo hace el olvido, Agustín antes de ser santo lo explica mejor que nadie con otros espejos rotos.

El Estandarte que refleja la larga historia, un día casi se vino al suelo, cuando la locura hecha piedra lo amenazó gravemente.

—Espejo (susurrado), están por darte, ¡cuidado!

—Espejo, mueve tus piecitos a un lado, un poquito, para salvarte.

… pero no pudo hacerlo, porque tenía los pies enterrados en el profundo suelo. Así, ni el espejo, ni el Estandarte que también corría peligro de ser abatido pudieron moverse.

El Estandarte observó detenidamente, como se desmoronaba el vidrio en el suelo… esa precisa circunstancia se asemeja, cada vez más, a una antigua pena que todos lloramos en silencio.

¡Ha transcurrido por fin el tiempo que duraba el efecto del hechizo conjurado por los espejos rotos! Silencio, estamos a punto de ver el modo en el que se rompe el maleficio.

¡Alegría, alivio!


Resultado:

1- No hay más espejos enteros.

2- No hay más superficies vidriosas dónde mirarnos (de aquél modo).

3- La dualidad ha muerto, o eso dicen algunos textos; también se afirma el

argumento contrario.

4- Seguimos queriendo creer en el reflejo, (en su apariencia).

5- Queda el intersticio y tal vez, la repetición mecánica,

…la verdad, cuya madre es la historia…

la de Quijote y la de Menard.

Las dos voces se alzan en contrapunto, -son mucho más que dos acordes-,

ellas corean sus visiones en contra del espejo.

6- Casi se ha extinguido el maleficio, casi está desvanecido.

7- No es seguro que el vidrio permanezca roto ni irrompible de forma

definitiva. Algunos aseguran haber soplado nuevamente la gota caliente.

8- Hay una cantidad inmensa de responsables.

9- Hay una cantidad inmensa de arrepentidos.

10- Hay una cantidad imprecisa de castos de espíritu.

11- Queda un ejemplar de cada uno para el museo: estandarte, espejo, reflejo.

18- Del río nos sigue llegando el arrullo melodioso.

19- El canto cadencioso de las sirenas sigue aletargando los cuerpos.

22- Todo lo que antes estuvo en el espejo y en su reflejo permanecerá allí.


…redimidos del trágico padecimiento al que el Estandarte nos querría seguir sometiendo. Reflexivo: en el que hemos sometido como culpable al Estandarte.

—Sujeto cuarteadito, sujetado al precipicio: ¡cuidado con los abismos! Los abismos poseen un encanto parecido al que procuraban los espejos. Los precipicios no pueden ir más hondo de lo que ya lo han hecho; han tocado fondo y nosotros con él, lo hemos rozado hasta al hartazgo.

La figura del extático se obnubila ante la paradoja y se deja arrastrar por el juego, ahí permanece todo lo que dure el asombro, que por ahora, abarca un corto segmento de tiempo.

El otro lado del espejo acapara sus transformismos.

La hipótesis del espejo (sin rotura alguna) ha de ser abandonada a partir de este texto, pues carece de la posibilidad de engendrar sentidos para el goce (…).





Haces y hacés: pequeña serenata transatlántica

La generosidad y la miseria se debaten a duelo y danzan un tremendo mundo incenciado.
Ambas conviven como dos espectros que blasfeman el uno del otro, es una tertulia de locos de dolor, ateridos. Variación de un mismo lecho, quiero decir texto, simpre me confundo con las palabras que porfían.
Cuál de los dos te castiga menos en la ausencia, eso quisiera saber, no tus defectos. Por la moral, por la moral, por la moral decrépita que se sale de la vaina marchita (machista). Encarcelado: yo también duelo de tu reja, de tu alambre, dorado.
Entrar en el tiempo, abrir un hueco desmedido y dejar de vagar por las adyacencias del tiempo indefinido. ¿Por qué ibas a renunciar a una parte pudiendo tenerlo todo? nadie lo haría
De una mañana preñada de maravilla… He olfateado el suelo y me trago la metáfora que desentona su símil para decir lo que no es posible ser dicho:
No hay belleza en el horrible mundo sino grotescas formas y griteríos en las calles. De tu contradicción excesiva es de ahí de donde alborea la aureola.
Andrajoso por las calles inseguras y en penumbras te escabulles en busca de un tesoro que se encuentra a la luz de la luna, también hay un cielo que a veces te guía pero la mayor parte de las cosas las hacés a oscuras. Es que todos venimos de la oscuridad profunda, de la misma que obliga a encender la vela un día. En qué reducto cuchitril te escondés que no te encuentro cuando te busco, la vela pagada mantiene la oscuridad encendida. Por necio que seas, sos aún más viejo y los años que apenas cuentan en tu frente se esconden en tus talones bien guardados de la mirada inquisidora. Mientes y creo ¿Por qué iba a ser yo quien falte al juramento de la escucha sincera si es otro el que habla de un modo improcedente? ¿Cuánto podremos tirar de tu máscara sin que caiga tu careta?
Amor sutil te agazapas en los cuerpos toscos en las lenguas muertas en los corazones fríos de este mundo y aún así no dejás de destilar las gotas de belleza que colecto una a una para engarzar mi adorno.

jueves, 4 de noviembre de 2010

ESPERA SIN ZAPATOS DE TACÓN

un cuentito de otoño-  

Ella estuvo en la ventana viendo cómo corría el agua mientras llovía, él no llegaba ni llegaría, ni de un momento a otro tampoco. Entonces se dijo a sí misma cosas con un aliento tan sutil que apenas se oía y es por la imposibilidad de escuchar que no transcribo las palabras que emergieron en ese momento.
Pero al verla, pensé que su personaje estaba en el deterioro mismito, tratando de no derrapar la ginebra a una hora tan imprudente como es las diez de la mañana. Por casi nada más que por el aroma que sale hacia fuera y todos perciben y después comentan. Dicen tonterías nomás, nada verdadero; esas palabras se las lleva el viento con las hojas que se han secado después de la lluvia.

En cambio, ella seguía orillada en la ventana contemplando los linderos pasillos de las sensaciones aviesas. Para qué pronunciarlas en un estado tan impío, porque, aunque no hay dios que castigue, sí que se sabe del peso que las piedras tienen cuando caen, más en un precipicio como en el que ella se estaba mirando tan desde arriba. Allá, en las alturas de la ventana, un hueco chupaba con fuerza la mirada y atraía cosas de profundas intemperies.

Huelga decir que estaba todo vacío, para qué repetir obviedad que se sabe desde siempre.
No hay personaje más verdadero que el que ella se ponía para salir de la casa los viernes. Desde el filo de la ventana lo amoldaba durante varios días hasta que lo conseguía poner en maravilloso uso decente. Entonces ¡listo!, se decía a sí misma, y se lo introducía de apoco, o ¿era ella la que se ponía dentro del personaje? Esa precisión no la pude argüir del todo.

Una habitación parece poca cosa, si se compara con el recorrido por el mundo que algunos hacen. Pero atenidos a la espera, la habitación, comparada con el tiempo de espera, puede ser devastadoramente grande, máxime, si las paredes no tiene papel tapiz para contar las mariposas y las correspondientes flores.

Al fin ella dijo que no importaba tanto, que la espera fuera tan larga. Al fin ella dijo que era indefectible que las cosas pasaran así tan de la alegría a la pena y vice-de-la-versa. Al fin, decidió salir, pero retrocedió sobre sus pasos porque recordó que no había juntado los postigos de la ventana ni había corrido los visillos en los vidrios, y que así, sin zapatos, no podía ir a ninguna parte a esa hora del día.

Más le hubiera valido salir descalza, porque cuando cerró la puerta y ésta se golpeó con el viento que ahora corría, el susto le alarmó los pájaros y se le volaron todos de una sola bandada por la boca. Así, con pájaros dando vueltas, era tanto más difícil salir. La tristeza ya no estaba porque ahora el susto le duraba en las piernas y los pájaros andaban de aquí para allá buscando las flores, sofocando el ambiente, destilando trinitos por todos lados, augurando la belleza que tal vez llegaría de un momento a otro. El poquito de seda brillante la convenció para quedarase a esperar un rato más, a ver, se dijo, si por fin él llegaba.


Si él hubiera llegado a la hora de la noche en la que habían acordado la cita, ella no hubiera estado lista como ahora lo estaba. Hubiera estado calzada, demasiado cerca del mundo, poco extraviada en sus propio paisaje como para que el encuentro se produjera. Ella hubiera avanzado por la piel de él casi como cualquiera, desesperada, y seguro que él no hubiera podido saber cuánto ni de qué tamaño ni en qué forma. En cambio, la espera había transformado toda esa nada trivial en una nube de polvo, algo gris, es cierto.


Al fin encontró una palabra que le gustó para ese momento de las horas en densa fuga, y dijo: letargo; pero no como otros lo hubieran dicho, lleno de melancolía, sino atravesada por una mano inmaterial pletórica de auxilios. Y escribió en su frente otra vez, pero en susurros para escucharse sólo ella en aquella penumbra que ahora había: letargo. Se sentó al filo de la cama para atrapar los pájaros que ahora estaban un poco desordenados de tanto dar vueltas por todos lados.
No habría truculencia. Ni ella se comería ninguna parte que le sobraba porque, hasta ese momento, no le estaba sobrando nada. Después sí que habría cosas que tendrían que ser amputaditas para poder saber vivir un tiempo en mejor estado. Ella, después de no querer esperarlo más, bajó por las escaleras y se comió la puerta de salida, para no tener problemas con las llaves cuando regresara; porque presentía que iba a perderlas cuando se sentara en el banco de la plaza a mirar fijamente la corteza de los abedules.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Hombre (silvio rodriguez)



De quererte cantar sufro disnea
bastante más allá de los pulmones.
Tu sombra brilla hoy en la pelea
mayor de la conciencia y las razones.
Por ti canto de pecho,
como el sueño en que giro
y leve, como aún respiro.
Por ti adelanto trecho

a lo que falta en tono
y canto lo que no perdono.

Hombre, hombre y amigo,
aún queda para estar contigo.
Hombre, hombre sin templo
desciende a mi ciudad tu ejemplo.
 
Supiste cabalgar contra quien odia
desde su torre de odio y exterminio,
pero, en mi parecer, te dio más gloria
el alma que tallaste a tu dominio.

La medicina escasa,

la más insuficiente

es la de remediar la mente.

Y la locura pasa

risueña cuando engaña,

cual odio de la propia entraña.



Hombre sin apellido,
un poco de piedad te pido:
hombre, ay, todavía,
que un tanto más allá está el día.
De la melena inculta a la calvicie,
del número inicial a lo incontable,
desde la tumba hasta la superficie,
tras breve veinte tan multiplicable
me llega un canto alado
de fiebres de la infancia,
me brota la invención del ansia
y entero y mutilado,
furiosamente a besos,
te doy mi corazón travieso:
Hombre, hombre sin muerte,
la noche respiró tu suerte,
hombre de buen destino,
y hay luces puestas en camino.




viernes, 24 de septiembre de 2010

Alejandra Pizarnik



Escrito con tiza en el pizarrón de su cuarto de trabajo podía leerse:

criatura en plegaria/
rabia contra la niebla//
escrito/ en / el/ crepúsculo//
contra/ la / opacidad//
no quiero ir/ nada más/ que hasta el fondo//
oh vida/ oh lenguaje/ oh Isidoro//

septiembre de 1972.

lunes, 20 de septiembre de 2010

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Miércoles de cenizas

Un cuento en Angélica furiosa.

sábado, 14 de agosto de 2010

La ficción como fábrica de realidad

Por: Daniel Molina
Fuente: Revisya Ñ. Suplemento cultural de Diario Clarín. Argentina.

Josefina Ludmer lo hizo de nuevo. En Aquí América latina. Una especulación vuelve a sorprender. La aparición de cada uno de sus textos desorienta a sus lectores, los que, sin embargo, vuelven una y otra vez, fascinados, a su obra. Quizás esta fidelidad se deba a que no hay otra intelectual en nuestro país que, como ella, sea capaz de adentrarse en caminos que ningún otro ha imaginado. Su mirada jamás se somete a las líneas que trazan el sentido común de la academia ni a los imperativos de las modas teóricas. Su fundacional lectura sobre García Márquez (Cien años de soledad, una interpretación 1972), sentó el precedente: cada uno de sus libros iba a nacer polémico, incluso incomprendido, y un par de años más tarde se volvería canónico.

Cuando apareció Onetti. Los procesos de construcción del relato (1977), Ludmer formaba parte de la llamada "universidad de las catacumbas", en la que se habían refugiado los intelectuales críticos que sobrevivían en el país durante la dictadura militar: dictaba cursos en su casa a los que concurrían muchos de los críticos y escritores que surgirían en la década siguiente. Con la instauración de la democracia, volvió a dictar sus seminarios en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Fruto de esos años, es su investigación El género gauchesco. Un tratado sobre la patria (1988), un libro que releyó la tradición literaria argentina que había surgido dialogando con las guerras que construyeron la Nación. Desde los cielitos de Bartolomé Hidalgo hasta el Martín Fierro, los clásicos fueron interrogados por una lectura que no cesaba de ampliar el campo del debate cultural. Ludmer no se circunscribió a los textos del siglo XIX (como El matadero o el Fausto criollo), sino que confrontó el Borges cimarrón de "La fiesta del monstruo" con El Fiord, de Osvaldo Lamborghini para dar cuenta de la matriz violenta de la cultura argentina.
A comienzos de los 90 fue nombrada Full Professor en la Universidad de Yale (universidad de la cual, actualmente, es profesora emérita). Allí escribió El cuerpo del delito. Un manual (1999), en el que recorre siglo y medio de literatura nacional. El libro toma al delito como una especie de bisturí que le permite operar en el cuerpo de nuestra cultura.

En el año 2000 –ese año que, en el pasado, fue el emblema del futuro– dictó en el Centro Cultural Ricardo Rojas un curso sobre la temporalidad y la literatura producida en ese mismo momento en Buenos Aires. Así surgió Aquí América latina, una especulación, el libro más complejo que Ludmer ha escrito hasta la fecha. Su nuevo texto está dividido en dos partes, de las cuales la primera –titulada "Temporalidades"– apuesta a una escritura experimental, a un pensamiento que se basa en la imaginación y a una estructura muy libre, que fluctúa entre el ensayo y la ficción. La segunda parte –titulada "Territorios"– se parece más a un texto crítico tradicional (si se pudiera afirmar algo así de un libro suyo).

El lector es advertido desde la primera palabra que todas las categorías tradicionales de la crítica literaria (autor, obra, ficción, realidad, etcétera) han sido desechadas y que se trabaja con un sistema de lectura que pone de relieve los modos de fabricación de realidad en la imaginación pública, aquella que se produce anónima y colectivamente.

En esta entrevista, Ludmer habla sobre la forma en que la experiencia norteamericana influyó decisivamente sobre su visión de América latina. Desde ese "afuera" o "más allá" es que pudo reflexionar sobre el continente. Desde ese "más allá" vio la forma en que España se ha apropiado de la lengua común y la ha convertido en uno de los elementos básicos de su comercio internacional. Desde ese "afuera" piensa la cultura y el arte de América latina como un campo de debate, en el cual las voces importan por lo que dicen y por las cuestiones que plantean y no ya por expresar la subjetividad de tal o cual autor o condensarse en el estrecho marco de una obra particular. Desde ese "más allá", Ludmer reconfigura nuestro "más acá": traza un nuevo mapa de la literatura (y las artes) latinoamericanas.

-Una de las ideas centrales del libro es la desaparición de las dicotomías que se usaron durante mucho tiempo para pensar la crítica. Cada frase es a la vez teórica-ficcional-paródica-ensayística: términos que tradicionalmente se pensaron como antagónicos.


-Totalmente. La característica de la primera parte es la ambivalencia entre ficción y teoría. Por momentos se ve la parodia y por momentos es un ensayo. La segunda es más clásica.

-El libro comienza proponiendo "especular". ¿Cómo funciona eso?

-"Especulación" es una palabra que tiene varios sentidos. Yo la uso por lo menos en tres. Como adjetivo que se relaciona con el espejo y sus imágenes. También uso "especular" como verbo: pensar y teorizar. Además, tiene que ver con calcular ganancias, como en la especulación financiera, por ejemplo. Me interesa que esta palabra tenga un sentido moral ambivalente. Además, la especulación es propia de un género que siempre me fascinó: la ficción especulativa, que se relaciona con la utopía y la ciencia ficción. La especulación es una especie de pensamiento, pero es aceptable porque no es pretensioso. Es un pensamiento bastardo, ficcionalizado, que procede por imágenes. La palabra "especulación", con todos sus juegos, fue la que me guió en la escritura de este ensayo. La especulación inventa un mundo diferente del conocido; es un universo sin afuera, que es "realvirtual".
-América latina se le impuso como tema en los Estados Unidos.

-Exacto. Para pensar América latina tuve que salir de la Argentina. Es lo que decía Marx de la Historia. Hay que estar en un estadio posterior o en un afuera para poder pensar eso. Mi reflexión sobre América latina es un producto de mi vida en los Estados Unidos.

-En los Estados Unidos vivió la experiencia del capitalismo en estado puro.

-En los Estados Unidos descubrí que allí el dinero es la única realidad. Todo lo que no es dinero es fantasía, es ficción. Lo único sólido, lo único que no se desintegra es el dinero. Lo que además es una paradoja, ya que el dinero es algo del orden ficcional. De ahí viene el uso que hago de la palabra "realidadficción".

-El arte contemporáneo tiene como uno de sus centros de sentido la metáfora del dinero, justamente porque está más allá de la metáfora.

-Llegás a Estados Unidos y encendés la radio o la TV y lo único que oís es money: ¡dinero! Como esa canción que canta Liza Minnelli en Cabaret: Money, money, money, money. Eso es lo que existe: una ficción que es la única realidad. Al mismo tiempo, en los Estados Unidos descubro la potencia del capitalismo. Ahí el capitalismo se realizó plenamente. Acá hay lugares en los que se sostiene –es increíble, pero se lo sostiene– que el dinero no importa. Allá, el dinero es lo único que importa.

-En ese contexto surge la idea de la especulación –económica y teórica– como herramienta para pensar.


-Ya no pienso más en las categorías "literarias" de autor y de obra. La imaginación, lo que llamo "la fabrica de realidad", es lo fundamental. Tanto cuando pienso la literatura como cualquier otra cosa, lo que me interesa es la imaginación. La ficción ahora invade todo, por eso "leo" de todo: desde las series de TV al cine; incluso el periodismo, que trata casos que son más ficcionales que la propia ficción. Al mismo tiempo, esas ficciones son la realidad. Yo leo la literatura como realidad.

-El corpus literario que recorre su libro es muy amplio, fruto de su acceso a las bibliotecas norteamericanas. ¿Cómo va a hacer para leer desde ahora, sin tener esa posibilidad fantástica?

-Es un problema grave. Viviendo en Buenos Aires no tenés acceso a lo que pasa en toda la literatura en castellano. Es algo que hay que pensar. Creo que este aislamiento de cada país en su propia literatura es una barrera intelectual, epistemológica y política. Los autores que conocemos acá son decididos en España.

-Esa cuestión está muy desarrollada en su libro, pero es un tema que ni se debate en la Argentina.

-La lengua da ganancias. Buena parte de la economía actual se basa en producciones que tienen a la lengua como insumo principal. ¿Qué pasó en los años 90 para que España se volcara a esto y América latina se desentendiera totalmente? La lengua tiene un valor económico estratégico. Los argentinos nos abandonamos, nos dejamos apropiar la lengua. Lo que sucedió es que España se integró a la Unión Europea, es decir, a un capitalismo moderno.

-España siempre supo, desde Alfonso el Sabio, que la lengua es un asunto estratégico. Recién en el siglo XX, América latina logró competir. En los 20, Borges discutió con Guillermo de Torre cuando el ensayista español propuso que Madrid "fuera considerada la capital del castellano". Ahora eso es impensable.

En los Estados Unidos se percibió muy bien el giro que dio España en los 90 cuando se convierte en el centro exclusivo y excluyente del castellano. Es el momento en que España invierte sumas considerables en los departamentos universitarios dedicados a los Latin American Studies y aparece el Instituto Cervantes. Todo lo que se produce en castellano termina pasando por allí, y como ellos son los que financian todo eso acaban siendo los que deciden qué se estudia, qué se investiga, qué circula. En esa estrategia es fundamental el papel que juega Telefónica, ligada al Cervantes.

-Además de la estrategia española, también falta ahora un espíritu como el que tenían Darío o Borges, orgullosos de nuestra forma de escribir en castellano.

-Recuerdo que venía desde los Estados Unidos, donde todo esto se ve muy claro, y notaba que a nadie en el mundo cultural argentino le importaba en lo más mínimo. Lo que hoy se desea es ser editado en Barcelona y presentar el libro allá. La literatura hoy pasa por los aparatos de distribución y difusión, y esos aparatos hoy están en manos españolas y centrados, fundamentalmente, en Barcelona.
-La lengua es un recurso esencial, ya que es la base de la sociedad, del espectáculo y del mundo de la significación.

-Yo digo que es como el agua o el aire, uno de los recursos esenciales de nuestro presente y el más estratégico con vistas al futuro. Mientras los españoles ponen el acento en este tema y los Reyes van a todos los Congresos de la Lengua, en toda América latina ni siquiera se está pensando en esto. Hay alguna inversión privada en los medios, hay algunas iniciativas independientes y en una escala muy micro, pero el Estado está absolutamente ausente en este tema en el que ya hay abundante bibliografía.

-Si bien su libro tiene una impronta política muy crítica, por otro lado es un texto que juega todo el tiempo con lo ficcional, como si plantease que lo íntimo también es político y que la ficción es la forma en que eso se expresa.

-Trato de trabajar con fusiones. En todo el sentido de la palabra. Con-fusiones. Fusiono cosas disímiles, acerco temas que parecen alejados o antagónicos, desarmo oposiciones que creo que ya no funcionan más. Eso produce algo de confusión, es obvio. Cuando digo realvirtual, adentroafuera, públicoprivado, y otras fusiones semejantes en las que se reúnen términos que se pensaban como opuestos, es posible que la primera impresión sea de confusión. Eso no me molesta.

-Su parodia del "testimonio" académico es brutal. Las voces que aparecen en la primera parte son, a la vez, muy valiosas (incluso geniales, como lo que dice Héctor Libertella) y sumamente complejos de comprender e integrar a un sistema.

-Esos testimonios comienzan con una especie de emoticón, la palabra "felicidad" entre signos de admiración. Yo quería que ese emoticón diera cuenta de algo estereotipado. Cada uno de esos testimonios es un encuentro con escritores amigos. En el año 2000, mientras yo llevaba mi diario, les pedía que me dieran textos. Quería que tuvieran que ver con esa investigación sobre el tiempo que estaba haciendo. Pensar el tiempo es complicado porque es una materia insustancial, que se evapora, inasible. Esos textos surgieron de entrevistas. Son escrituras de otros incluidas en mi libro. A mí me pareció que al incluir estos textos de otros mi libro se abría a otras posibilidades.areciera que el libro toma el modelo de la escritura hipertextual del mundo virtual.



-Ya exploré en este mismo sentido en El cuerpo del delito. Acá quería dar un paso más allá al incluir la escritura de los otros a mi propia escritura. Incluso estoy yendo más hacia lo virtual, ya que estoy armando, con dos colaboradores, un sitio web, www.josefinaludmer.com, en el que habrá un archivo de todos mis artículos, una selección de entrevistas y también un blog. En el blog espero experimentar con otras escrituras críticas. El blog permite textos breves, impresiones. Si bien para algunos el formato blog ya está muerto, a mí me interesa para hacer esbozos, la idea de ese borrador que una no se atreve a publicar y en el que a veces hay cosas valiosas. También voy a poner cosas sobrantes. Por ejemplo, en el libro no hay bibliografía. El blog se va a abrir con la mención de los textos que leí para el libro, que son como veinte páginas.



-El arte actual es fruto del remixado, la copia, la colaboración y la posproducción. En la primacía de esta estructura tiene mucho que ver la experiencia de Internet y lo virtual. Creo que la crítica de arte está más cerca de este proceso que la literaria.



-Absolutamente. La crítica literaria es más conservadora, quizá porque la literatura es más conservadora. Lo es porque tiene el peso de la lengua. La lengua es, entre otras cosas, el reservorio de la tradición. Para este libro fue fundamental la lectura de la crítica de arte más que de la crítica literaria. La crítica de arte tiene una mirada que está más atenta a los nuevos procesos.



-En su libro lee un par de textos que podrían parangonarse con las experiencias más radicales de las artes visuales. Me refiero a "El árbol de Sausurre", de Héctor Libertella y "La guerra de los mundos", de César Aira.



-Ambos son textos que casi ni circularon. Completamente fuera del mercado. Más que de vanguardia, yo diría que son apuestas arriesgadas. A Aira lo califico como escritor conceptual, como se decía en los 60 "artista conceptual". Cada libro suyo se organiza en torno a una idea. Pero no tienen nada que ver con la vanguardia, que ya no existe más, ni siquiera como concepto.



-Su lectura cruza textos que no se suele ver en el mismo espacio, por ejemplo, cuando confronta las lecturas que hacen José Pablo Feinmann y Jorge Asís.



-Es que los dos hablan de lo mismo. Es imposible no verlo. Posiblemente ellos se vean como antagónicos, pero sus libros dialogan. Por eso a mí me interesa circunscribirme a pensar cierto "campo" en el que hay voces que hablan de lo mismo. No me interesa pensar "autores", sino esas voces en ese campo. Si uno lo piensa como campo descubre todo lo que está en juego allí.



-Esa obnubilación por el autor se refleja en el debate social, político y cultural. No se habla de políticas, por ejemplo, sino de la idiosincrasia de los políticos.



-No hay análisis político en la Argentina actual. Se habla de Kirchner o de Macri o de Lilita. Lo que hay que analizar son las fuerzas actuando. Las ideas, las propuestas, lo que se está haciendo en política. Eso no se hace: todo es anécdota y chisme. Es una mentalidad centrada en la persona, como en el siglo XIX. Es la idea de la figura, del genio, del maldito, etcétera. En cierta medida mi idea es borgeana: hay que pensar la historia de la cultura sin hablar de los nombres, sino verla como "una historia del espíritu" (para decirlo con esa metáfora idealista).



-Cuando dictó ese curso del 2000 en el Rojas le dije que con esas clases tenía material para un nuevo libro. Me respondió que ya no escribiría más. ¿Qué pasó para que esas investigaciones encontraran su texto?



-Siempre pienso que cada libro es el último, porque cada vez parto de cero. Ninguno se parece al anterior ni sigue el camino que el otro abrió. Debo confesar que este libro me dio mucho trabajo. Me costó encontrar la forma de esa primera parte. Cuando descubrí esa amalgama de ficción y ensayo pude escribirlo. De ahí que esa primera parte esté surcada por las voces de los otros y por mi propia voz en primera persona. La segunda parte sigue siendo crítica, y está bien, pero quería ver si podía ir más allá de eso y creo que es a lo que apuesto en la primera parte. Me interesó ver qué podía hacer yo en un más allá de la crítica.

sábado, 19 de junio de 2010

“Ese deseo permanente de libertad”