miércoles, 26 de agosto de 2015
martes, 25 de agosto de 2015
Conversaciones de piernas cruzadas con Mario Benedetti entre su poema “Piernas” y mi texto PiernaS.
Las piernas son la gloria, en las horas oscuras se mueven, las piernas de la amada, se
acurrucan, se estiran, se cruzan, se pierden, se entrelazan a las mías, me
aprisionan, traman un nudo imposible de desenredar, luego, con la llegada del
día esas mismas piernas por donde corre la ternura caminan por el suelo frío
buscando la humedad del pasto, son
fraternas, aunque pisan las hormigas, las hojas, hasta llegar al agua
del río que corre imperceptible debajo del árbol y chapotean en esas aguas
inciertas, prenatales, que cuando
se abren buscando el infinito, abren y abren y abren las puertas las
ventanas los pozos ciegos del inconsciente y
apelan al futuro como un rito. Otras veces esas mismas piernas son dos
palitos que como las partes de un compás marcan las hojas blancas de las calles
por las que caminan y caminan y corren y saltan llevan esos pies a recorrer el
mundo silencioso que las hace más dulces
y más tiernas, que apenas escucha esas pisadas despierta alborotado, se
despereza, cuando las piernas avanzan la ciudad también se despereza, se hace mañana, algo de
la aurora se siente contagiada a caminar con ritmo de amor de piernas
encantadas que andan por el mundo como si nada importara, contentas de ser
libres, de deslizarse por cualquier recoveco, piernas que no se sienten
acorraladas porque a todo lo enfrentan sin miedo, pero
también las piernas son cavernas total saben perfectamente que el cuerpo
del hombre que sostiene la cabeza que se apoya en esas piernas tiene un corazón
tan lleno que ni las balas de goma pueden detenerlas allí donde el eco se funde con el grito.
Quién sabe a dónde llevarán esas piernas andariegas al hombre que las alimenta cumplen con el viejo requisito, y
que cuando se plantan en la tierra echan por los pies raíces como el árbol más
viejo y los brazos se estiran hacia el cielo hasta tocar alguna nubecita que
pasa. Quién sabe a dónde llegarán esas piernas cuando se suelten de la tierra
que las amarra, de las manos que las acarician, de los pesos que las arrastran de buscar el amparo de otras piernas y
se llenen de alitas de pájaros y levanten vuelo y se lleven al hombre de las
piernas tan lejos tan lejos a mirar todo desde la torre más alta donde cabeza
abajo y piernas arriba en picada libre se ve el mundo y también se ven los otros
hombres que con solamente dos piernas van empujando el día entero hasta
convertirlo en noche llena de estrellas que iluminan y buscan otras piernas que,
si se separan como bienvenida
las piernas de la amada hacen historia
mantienen sus ofrendas y enseguida
enlazan algún cuerpo en su memoria
cuando trazan los signos de la vida
las piernas de la amada son la gloria.
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