Marzo 2009
1
Tu angustia de ayer me
ha devuelto la mano cargada de astillas.
Llevo horas en la
tarea de revertir los hechos con la pinza que todo lo cura.
Cuando mis dedos ya no pinchen te
acariciaré el rostro nuevamente.
2
… y esa plaza escondida es la que atrapa, la que
jala la sangre, la que hace dar la vuelta justo en sentido contrario, para
dejar de masticar las manos que un día fueron heridas por otros, atolondrados
de miedos.
Todo eso que aún permanece en algún sitio y que
pesa como el plomo de los cañones ya no importa –y sí.
…hoy el sol alumbra y, si eso acontece, pronto será la maravilla.
3
Llegados tarde o primeros ¿cómo
intuirlo ahora que todo ha pasado y sólo nosotros aquí estamos?
La certeza de que ya no caben las
palabras como piedras que lastiman los ojos –sólo un tono sutil que impregne
los sentidos y los conmueva hasta el aguamiel nueva.
4
Con sus ojos puede crear un mundo
nuevo, dentro del que ya tiene de antes, hecho de palitos y ramas secas. Usted
con sus manos puede también tejerse una hamaca paraguaya y hacerse, en los
ratos libres, un movimiento que le permita columpiarse los miedos hasta
marearlos, hasta dormirlos, hasta deshacerlos. No pierda esta oportunidad de
comprar una hamaca al vendedor ambulante que pasa por la ochava de su casa.
5
Era feliz mientras dormía en la
piedra lunar, y libre, como no he vuelto a serlo. Es cierto que había un muro
infranqueable, pero no deseaba traspasarlo por nada de este mundo. No era
inocente de la oscuridad que me asistía, pero tampoco estaba impía como ahora
me retuerzo; y el peso de tu ausencia que hoy me adormece tampoco había.
6
Te animás, a posar en mí tu
mano, a cruzar conmigo el río. Del otro lado hay un viento eterno que sopla
siempre en disfavor, hay cosas bellas y no podrás nombrarlas con la lengua. No
te ofrezco augurios verdaderos. En la lejanía quedarán los que creen que la
historia es auténtica a sola condición que lo sentencie un triste veterano;
quedarán los que han agarrado a la realidad por las patas y la sostienen en lo
alto como a una gallina invertida que da chillidos, (si se mete la cabeza en le
hueco terrible, escuchar se puede como la realidad tampoco quiere ser retenida).
Porque te he visto esta mañana acercarte silencioso al linde prohibido es que... Mi condición de balsa no es excusa suficiente para
que no te fíes del auxilio que te ofrezco. No te dejaré caer en el camino, me
moveré muy lento para no aturdir tus sentidos. Mis promesas son eso: sólo
promesas, que auguran otra margen del río, que no es nueva, que ni siquiera te convida
alivio. Aún así te ofrendo el acicate de recibir un hilo de beneficio.
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