Eso
quiere él, vivir el día hacia atrás, que la noche se vaya aclarando poco a poco
y ver atardecer como una aurora y llegar al mediodía sabiendo qué hay para
comer y que la mañana sea un olvido. En la noche retrospectiva el joven dramaturgo añora su vejez, y dice cosas
sin sentido APRA los que como él en días de fiestas aún son muy jóvenes, quiere
ser viejo como el día y por eso a las tres de la mañana se siente como nuevo y
empieza de nuevo, nuevamente, nuevo cuerpo a deshacer la noche, hay una diferencia
sabida, un paso que acontece sobre lo ya sabido y es que desandar lo andado es
poco mas que una aventura es una usura al tiempo, ganar un día viviendo a lo escorpión
ponzoñoso tiene algo de mágico pero también algo de mezquino, haber perdido un día
era algo por demás ensayado pero haberlo ganada era algo nuevo. Se dijo
pequeñas serenatas nocturnas a la luz de la luna, leyó tres mails miro tres
veces por la ventana se tomó tres copas de vino, el tres no era un amuleto era
el ritmo de la repetición forzada de vivir una y mil veces el mismo día, pero
vivirlo en reversa era otra cosa, quÉ otra cosa? Otra cosa, un atisbo de
melancolía le coló los dedos y escribió una poesía y después la tachó toda
porque no era buena, los dramaturgos anochecen temprano y viven de otro modo,
no escriben personajes, no llaman a las puertas ciegas, solo dibujan dentro de
su mente paisajes superpuestos y esperan que los habiten lentamente sus dueños,
un paso en falso puede ser mortal, pero la muerte ya se sabe, no es un estado
definitivo, él lo sabia y por eso desanduvo la noche como quien sale de un pozo
de muerte, hediendo y se lavó la manos, se desabrochó el abrigo y se entró en
la bañera vestido, así debía ser para descompasar el día para entrar a la tarde
de otra manera, quiso dar vuelta las certidumbres y empezó por donde sabía, las
uñas largas no era la peor de las costumbres, pero ahora que podia ser otras
cosas entro en el costado aguantado de la mano y miró por las venas un
discreto suplicio, se lo sacó de encima y lo dejó en la jabonera, bañarse
tampoco era tan malo y todavía le esperaba toda la tarde toda la siesta el
mediodía y la mañana desierta. No, sin desiertos, hoy nada de desiertos ni
patrañas espejadas ni cosas que no entienda a la primera, hoy quiero entenderlo
todo porque de hecho ya lo he vivido y acaso solo me queda entenderlo. Dramaturgo
uno de tus personajes está bajando las cortina y amenaza con lavarlas, ya sabés
que eso trae mala suerte, mas mala suerte que darte la vuelta, una hora de
devaneos y ya estás a punto de concebir la obra la obra de tu vida
tartamudeando, en la cadencia y te caes en la entrepierna y en el intermedio,
querés a toda fuerza llegar al primer acto a las diez de la noche, pero puede
ser complicado darle la vuelta a las cosas y encontrarte con que la obra ya
está escrita y que no te gusta como ha quedado la factura, es una hora de
trabajo rara, me ha rendido demasiado y
yo soy lento esto no es mio, quién lo ha escrito, otra vez el alter ego
haciendo mi trabajo y yo desconociéndome a mi mismo y creyendo que de esta
conturbación va a salir una obra de teatro. Después que llega el ocaso te
escavias un trago en el bar de abajo mientras pensas con disimulo lo que vas a
escribir cuando estés arriba, a los demás les seguís la huella y hasta tercias
en una discusión de medio pelo sobre los orígenes de la música cubana y a la
hora del salto biónico a la revolución decís que tenes hambre y te escapas a la
mesa de trabajo ya tenes claro el segundo acto y amaestrado los costados
morados de los personajes, así cualquiera escribe una obra de teatro, si tiene
al alter-ego trabajando mientras mirás por la ventana como discute una pareja
sobre qué cosa tan importante que los lleva a pararse en una esquina y detener la marcha y ella grita y el
grita más fuerte y él después se da la media vuelta y ella se queda estaqueada
en la acera llorando. A la hora de almuerzo todavía no vas a estar en este
embrollo y por eso querés llegar rápido
a la hora del pollo pero por ahora te aguijonea la melodía de cuerdas que entran
cuando el personaje A se sube a la escalera y hace como que se va a ir al cielo
y después amenaza con tirarse: tírate! Le grita el otro personaje, total desde
la escalera no te va a pasar nada y lo
del cielo es metafórico en la escena. El personaje se tira pero como desde el
cielo y queda hecho polvo en el suelo de la obra. El dramaturgo vela al muerto
y consigue a otro que se suba a la escalera y se quede quieto porque si no no
puede terminar de componer la escena. Lee al Shakespeare este para tomar impulso
y después se siente un infeliz de la primera hora y se dice que él nunca será
un buen escritor de obras de teatro, ni aunque tenga cinco alteregos trabajando
juntos, y decide hacer lo del personaje y tirarse en picada desde el cielo, al
rato cortísimo supera el momento melodramático y se agarra a los pantalones del
personaje que esta trepado y esperando que mande usted en la escalera. El
dramaturgo da una orden imprecisa y el personaje desenvuelve la tela y grita un
parlamento que nadie, ni el dramaturgo, hubiera podido esperar así de sopetón,
lo escribe rápido para que no se olviden las cuatro frases claves y rellena con
algodón y algo mojado lo que falta. De los actos que faltan no se sabe nada. El
dramaturgo tiene hambre y se imagina el pollo y la ensalada del mediodía que
todavía no se ha vuelto a comer. Entonces hay un toque de queda a mala hora y
él se detiene. Si ya sabe lo que vendrá no vale la pena, se obliga a olvidar
todo, para así poder desandar despacio lo sabido, ¿sino que gracia tiene? Qué no
se entiende nada le avisa la vecina y él la mira con odio visceral y le dice
que vayasé usted a la mierda, cuando llegue la mañana ya lo va a entender
mejorcito pero ahora que ni él lo entiende, pero ya aclarará con el día, que
tenga paciencia. Y ahí es cuando se enoja consigo mismo por andar dando
explicaciones a gente que se mete en su terreno sin saber de que se trata. Qué diálogo ni nada, los personajes monologan cada uno a su manera sobre sus
propios desaires e infortunios, y nadie escucha a nadie, el dramaturgo esta
desesperado porque la obra no se entiende y los personajes no interactúan como
debieran hacerlo. Se han desacatado y lo ignoran a toda hora, a él, al alterego
le prestan una atención desmedida y entonces acontece lo que poco a poco había
venido pasando, a la hora de la cena, el alterego y el dramaturgo están en la
contienda, no hay nada para cenar y se echan la culpa uno al otro. Comer es una
perdida de tiempo, vivir es una perdida de tiempo, soñar es una perdida de
tiempo, trabajar es lo único que no es una perdida de tiempo, el alterego lo
entiende perfectamente pero el dramaturgo está en otra sintonía, él quiere
hacer otras cosas vitales, comer por ejemplo y no hay cena lista y hay que
esperar hasta el mediodía, pero para el medio día falta medio día entero. Por
cosas como esta el altergo y el dramaturgo se riñen con vehemencia se insultan
que da calambre y se tiran hasta los platos vacíos por la cabeza. El alterego
se borra de la escena y el dramaturgo se queda recogiendo los pedazos del
suelo, porque como se la pasa descalzo se los va a clavar seguro. El dramaturgo
a esa hora sin cena piensa en la sangre en su preciada sangre y dice que él la
tiene para cosas mas importante que para las astillas. Aún así prueba con
pincharse el dedo gordo del pie y la ve correr en hilito y camina por la casa
dejando la huella roja, eso lo alucina y la mira y la mira mientras camina y
piensa en las cosas viscerales en el flujo constante de la sangre en los
personajes, extra al personaje que tiró desde el cielo y llama al que lo ha
sustituido sin pena ni gloria y le habla de la sangre que el tenia cuando era
chico y los porqué de la azul vena, así tenes que ser, le dice, como la vena no
como la sangre, contener lo importante dentro y que se vea en la superficie
sólo lo aparente, así tenes que ser vos personajito y le acaricia la cabeza, al
rato el personaje y el dramaturgo están hecho un nudo abrazados y se quieren
infinitamente. Hasta que llega el alterego y se monta una escena de celos que
madre mía. Ahí es cuando el dramaturgo se sale de la escena y se baja al bar a
hablar cosas y pensar el segundo acto. No se entiende este ir y venir
constante, me estas mareando maría magdalena, ya sé, pero esperate que esté lista la obra y ves que se entiende que ya estas como la vecina apurada por ver
la obra completa. Acordate que tiene que ser corta, la gente no soporta las
cosas largas, de tiempos acompasados de música compuesta, la obra tiene que
quedar ensamblada, no estos recortes de pastiches por todos lados. Esperate que
termine todavía falta la mejor parte.
Hoy
no es un día peronista ni radical, los días no tiene color político, hay días
malos y otros en los que sale el sol y los otros en los que ni se nubla ni
llueve ni sale el sol ni nada, despreocupate desacostrumbrate ponele el prefijo
des a todo y ves que te sale bonito, dramaturgo no se entiende nada, se
desentiende, y de tanto des nos estamos desconociendo, para entendidos mejor si
lees otra cosa porque esta va para atrás y es complicada.
Y
esa mañana se tapó hasta la cabeza y dijo que mejor si no se hubiera levantado
de la cama.
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