lunes, 8 de noviembre de 2010

EL FIN DEL MALEFICIO

…atravesamos las palabras, luego los conceptos y allende a las metáforas, penetramos en ese mundo alargado y viscoso de todocontinuidad.

… tal vez haya algún dios, o una luz, o la nada, ¿O?

Más acá estamos nosotras y ellos, intentando atinar alguna perspectiva precisa.

Desde la metáfora de la modernidad periférica, en un más allá dónde se suceden sucesivos terremotos culturales, existe un sitio enclavado en la dimensión maravillosa. Es real, aunque ello suene a tierra y a infierno al unísono y, en el revés de estas palabras, también haya autenticidad.

El espejo sumergido en la tierra hecho de tiempo y de agua no es el de Heráclito y eso es una bendición contradictoria. Tampoco hablo del espejo de Alicia, -aunque sí en cierto sentido-, sino de los espejos de Borges, y tangencialmente, del espejo del innombrable.

Claro que a través de cualquiera de ellos pueden ser mirados los otros.
Claro que en ninguno de ellos, nuestro reflejo tiene preeminencia.

De cualquier modo, un espejo es necesario, no para… sino para romperlo: ya no hay temor a los augurios atrapados en las mano, porque todo lo terrible y vergonzoso del mundo humano está pasando.

Tal vez los espejos que no hemos roto sean demasiados.

…época en la que todo lo bueno ha sido dicho, ¿y no hecho?

Transidas de desencanto nos hallamos, arrolladas por conocimientos bien heredados.

Maniatadas a una cultura que vibra su absurdidad al unísono como eterna y efímera; ella amenaza con desplomar la paradoja encima de todo lo humano cada tanto tiempo.

¿Será éste, el tiempo del cíclico terremoto cultural? ¿Seguiremos recorriendo cementerios para exhumar cadáveres? ¿Los vivificaremos y vestiremos para re-presentarlos en la escena? Eso es lo que sentencia sórdidamente el espejo.

—Le creo al ESPEJO, ¿Cómo no hacerlo? ¡Es tan real! Pero antes deberemos acreditar la procedencia, describir los lugares donde la palabra creencia tañe su significado. Ya no seremos capaces de engendrar sino lo viejo, sino lo mismo, eso dice él. ¿Pariremos ancianos que rejuvenecerán su ventura conforme pasa el tiempo? ¿O también el ciclo de la vida ha caído en la redada?

Tensaremos la cuerda para erigir (aún más) el Estandarte agigantado (por el reflejo) del conocimiento: allí está Él, majestuoso, instituido, inamovible y de acero inolvidable. Aquí estamos nosotros, instituyentes, agrietados e imprudentes, irracionales y alarmados.

…pero ocurrió que un día… el Estandarte casi cae al suelo y nosotras, que creemos en todo lo que vemos: en el martillo, en las grietas, en los orificios construidos…, padecimos de un pavoroso pánico.

No sólo el agua horada la piedra, también lo hace el olvido, Agustín antes de ser santo lo explica mejor que nadie con otros espejos rotos.

El Estandarte que refleja la larga historia, un día casi se vino al suelo, cuando la locura hecha piedra lo amenazó gravemente.

—Espejo (susurrado), están por darte, ¡cuidado!

—Espejo, mueve tus piecitos a un lado, un poquito, para salvarte.

… pero no pudo hacerlo, porque tenía los pies enterrados en el profundo suelo. Así, ni el espejo, ni el Estandarte que también corría peligro de ser abatido pudieron moverse.

El Estandarte observó detenidamente, como se desmoronaba el vidrio en el suelo… esa precisa circunstancia se asemeja, cada vez más, a una antigua pena que todos lloramos en silencio.

¡Ha transcurrido por fin el tiempo que duraba el efecto del hechizo conjurado por los espejos rotos! Silencio, estamos a punto de ver el modo en el que se rompe el maleficio.

¡Alegría, alivio!


Resultado:

1- No hay más espejos enteros.

2- No hay más superficies vidriosas dónde mirarnos (de aquél modo).

3- La dualidad ha muerto, o eso dicen algunos textos; también se afirma el

argumento contrario.

4- Seguimos queriendo creer en el reflejo, (en su apariencia).

5- Queda el intersticio y tal vez, la repetición mecánica,

…la verdad, cuya madre es la historia…

la de Quijote y la de Menard.

Las dos voces se alzan en contrapunto, -son mucho más que dos acordes-,

ellas corean sus visiones en contra del espejo.

6- Casi se ha extinguido el maleficio, casi está desvanecido.

7- No es seguro que el vidrio permanezca roto ni irrompible de forma

definitiva. Algunos aseguran haber soplado nuevamente la gota caliente.

8- Hay una cantidad inmensa de responsables.

9- Hay una cantidad inmensa de arrepentidos.

10- Hay una cantidad imprecisa de castos de espíritu.

11- Queda un ejemplar de cada uno para el museo: estandarte, espejo, reflejo.

18- Del río nos sigue llegando el arrullo melodioso.

19- El canto cadencioso de las sirenas sigue aletargando los cuerpos.

22- Todo lo que antes estuvo en el espejo y en su reflejo permanecerá allí.


…redimidos del trágico padecimiento al que el Estandarte nos querría seguir sometiendo. Reflexivo: en el que hemos sometido como culpable al Estandarte.

—Sujeto cuarteadito, sujetado al precipicio: ¡cuidado con los abismos! Los abismos poseen un encanto parecido al que procuraban los espejos. Los precipicios no pueden ir más hondo de lo que ya lo han hecho; han tocado fondo y nosotros con él, lo hemos rozado hasta al hartazgo.

La figura del extático se obnubila ante la paradoja y se deja arrastrar por el juego, ahí permanece todo lo que dure el asombro, que por ahora, abarca un corto segmento de tiempo.

El otro lado del espejo acapara sus transformismos.

La hipótesis del espejo (sin rotura alguna) ha de ser abandonada a partir de este texto, pues carece de la posibilidad de engendrar sentidos para el goce (…).





Haces y hacés: pequeña serenata transatlántica

La generosidad y la miseria se debaten a duelo y danzan un tremendo mundo incenciado.
Ambas conviven como dos espectros que blasfeman el uno del otro, es una tertulia de locos de dolor, ateridos. Variación de un mismo lecho, quiero decir texto, simpre me confundo con las palabras que porfían.
Cuál de los dos te castiga menos en la ausencia, eso quisiera saber, no tus defectos. Por la moral, por la moral, por la moral decrépita que se sale de la vaina marchita (machista). Encarcelado: yo también duelo de tu reja, de tu alambre, dorado.
Entrar en el tiempo, abrir un hueco desmedido y dejar de vagar por las adyacencias del tiempo indefinido. ¿Por qué ibas a renunciar a una parte pudiendo tenerlo todo? nadie lo haría
De una mañana preñada de maravilla… He olfateado el suelo y me trago la metáfora que desentona su símil para decir lo que no es posible ser dicho:
No hay belleza en el horrible mundo sino grotescas formas y griteríos en las calles. De tu contradicción excesiva es de ahí de donde alborea la aureola.
Andrajoso por las calles inseguras y en penumbras te escabulles en busca de un tesoro que se encuentra a la luz de la luna, también hay un cielo que a veces te guía pero la mayor parte de las cosas las hacés a oscuras. Es que todos venimos de la oscuridad profunda, de la misma que obliga a encender la vela un día. En qué reducto cuchitril te escondés que no te encuentro cuando te busco, la vela pagada mantiene la oscuridad encendida. Por necio que seas, sos aún más viejo y los años que apenas cuentan en tu frente se esconden en tus talones bien guardados de la mirada inquisidora. Mientes y creo ¿Por qué iba a ser yo quien falte al juramento de la escucha sincera si es otro el que habla de un modo improcedente? ¿Cuánto podremos tirar de tu máscara sin que caiga tu careta?
Amor sutil te agazapas en los cuerpos toscos en las lenguas muertas en los corazones fríos de este mundo y aún así no dejás de destilar las gotas de belleza que colecto una a una para engarzar mi adorno.