viernes, 22 de agosto de 2014

Razonamientos cruzado

Pienso mal, no es que piense malamente de alguien sino que tengo pensamientos equivocados, razonamientos erróneos. El sujeto se puede o no predicar sintáctica o declarativamente. El sujeto está instalado en mi sofá y no se quiere ir, se pueda o no predicar.
No es que lo que pienso contenga error lógico, casi todo lo contrario, sino que la manera de ejecutar el razonamiento es azaroso. Sujeto, ¿te has puesto los pantalones…? Ellos van para cualquier lugar y tengo que estarlos encasillando y arreando para los lugares que producen certezas, donde la lógica sigue un desarrollo paso a paso, y una vez terminado ultiman en una premisa concluyente (¡pero el tiempo que va a pasar antes que llegue al final es muchísimo!). Sujeto, ¿te has puesto las medias ya? ¿Y todos los piercing? Pienso al revés y eso hace que en vez de ir como todo el mundo pensando del lado derecho, vaya por el otro lado, cosa que en los setenta tenía mucho sentido, pero ahora no tiene ninguno más allá de una remera con la foto del Che y algún que otro arrumaco cariñoso en la oscuridad de algún cine, durante alguna de las versiones de las películas que hacen sobre él… Sujeto ¡apuráte que vamos a llegar otra vez tarde al teatro por tu culpa! Por lo tanto, retomo el razonamiento una vez que lo he terminado y lo vuelvo a destrozar para barajar de nuevo una partida y hacer con eso un cosido de estofado de chorizo, que no me voy a comer, pero que tiende a oler muy bien. Culpa… culpa… Hacia atrás y luego (como pienso mal, pero estoy acostumbrada a hacerlo y deshacerlo) tengo que dar vuelta a los razonamientos hasta dejarlos forzosamente al derecho. Las culpas para otra edición serán, pero te adelanto que a todas las culpas, las tenés vos. Pienso mal, pero con la ventaja de pensar mucho, mucho más que otros humanos, y otros que también vienen posteando en el ranking de los de pensamiento ágil: el mono, la serpiente y una serie de robot que amenazan con servir el té a las cinco en punto. Yo estoy libre de cargos… y culpas. Pienso mal, pero razono bastante bien, y con mucha frondosidad de caracteres, es decir con grandes cantidades de globitos sobre mi cabeza. Sujeto, no tenés predicado, ni tampoco queda resto en tu cuenta de banco, he pagado la fianza con tu dinero. Pienso mal, es cierto, pero pienso mucho, y si la vida es una fiesta y el pensamiento una frondosa anarquía… Entonces… Entonces…, ¿Entonces qué?
Entonces que después de pensar mucho mucho mucho me he dado cuenta que la cantidad y el tamaño es lo de menos. ¿O eso era aplicable a la calidad? ¡Estoy pensando mal otra vez! ¿Será cuestión de extensión de concepto o este no será el caso correcto? ¿Este sujeto será otra de las excepciones que justifican la regla? De acá en adelante vos tenés la culpa de todo, ¿ves que ahora estás pensando mal vos? Lo importante es la calidad del pensamiento, cuánto pueda perdurar en el tiempo. La cantidad, el trabajo que le lleve a una pensarlo y des-pensarlo es lo de menos. La calidad es lo fundamental. Ah! Y te aviso…
Entonces concluyo en un nuevo pensamiento:
PIENSO MUCHO PERO CON CALIDAD, ¿suena bien como conclusión no? ¡lo voy a repetir frente al espejo los lunes!

…en esta era cuaternaria del amor, lo del “café con piernas” no va más, porque si no cuando vuelvas a la noche tendrás la culpa hasta del Big Bang.

Des obra



Eso quiere él, vivir el día hacia atrás, que la noche se vaya aclarando poco a poco y ver atardecer como una aurora y llegar al mediodía sabiendo qué hay para comer y que la mañana sea un olvido. En la noche retrospectiva el  joven dramaturgo añora su vejez, y dice cosas sin sentido APRA los que como él en días de fiestas aún son muy jóvenes, quiere ser viejo como el día y por eso a las tres de la mañana se siente como nuevo y empieza de nuevo, nuevamente, nuevo cuerpo a deshacer la noche, hay una diferencia sabida, un paso que acontece sobre lo ya sabido y es que desandar lo andado es poco mas que una aventura es una usura al tiempo, ganar un día viviendo a lo escorpión ponzoñoso tiene algo de mágico pero también algo de mezquino, haber perdido un día era algo por demás ensayado pero haberlo ganada era algo nuevo. Se dijo pequeñas serenatas nocturnas a la luz de la luna, leyó tres mails miro tres veces por la ventana se tomó tres copas de vino, el tres no era un amuleto era el ritmo de la repetición forzada de vivir una y mil veces el mismo día, pero vivirlo en reversa era otra cosa, quÉ otra cosa? Otra cosa, un atisbo de melancolía le coló los dedos y escribió una poesía y después la tachó toda porque no era buena, los dramaturgos anochecen temprano y viven de otro modo, no escriben personajes, no llaman a las puertas ciegas, solo dibujan dentro de su mente paisajes superpuestos y esperan que los habiten lentamente sus dueños, un paso en falso puede ser mortal, pero la muerte ya se sabe, no es un estado definitivo, él lo sabia y por eso desanduvo la noche como quien sale de un pozo de muerte, hediendo y se lavó la manos, se desabrochó el abrigo y se entró en la bañera vestido, así debía ser para descompasar el día para entrar a la tarde de otra manera, quiso dar vuelta las certidumbres y empezó por donde sabía, las uñas largas no era la peor de las costumbres, pero ahora que podia ser otras cosas entro en el costado aguantado de la mano y miró por las venas un discreto suplicio, se lo sacó de encima y lo dejó en la jabonera, bañarse tampoco era tan malo y todavía le esperaba toda la tarde toda la siesta el mediodía y la mañana desierta. No, sin desiertos, hoy nada de desiertos ni patrañas espejadas ni cosas que no entienda a la primera, hoy quiero entenderlo todo porque de hecho ya lo he vivido y acaso solo me queda entenderlo. Dramaturgo uno de tus personajes está bajando las cortina y amenaza con lavarlas, ya sabés que eso trae mala suerte, mas mala suerte que darte la vuelta, una hora de devaneos y ya estás a punto de concebir la obra la obra de tu vida tartamudeando, en la cadencia y te caes en la entrepierna y en el intermedio, querés a toda fuerza llegar al primer acto a las diez de la noche, pero puede ser complicado darle la vuelta a las cosas y encontrarte con que la obra ya está escrita y que no te gusta como ha quedado la factura, es una hora de trabajo rara,  me ha rendido demasiado y yo soy lento esto no es mio, quién lo ha escrito, otra vez el alter ego haciendo mi trabajo y yo desconociéndome a mi mismo y creyendo que de esta conturbación va a salir una obra de teatro. Después que llega el ocaso te escavias un trago en el bar de abajo mientras pensas con disimulo lo que vas a escribir cuando estés arriba, a los demás les seguís la huella y hasta tercias en una discusión de medio pelo sobre los orígenes de la música cubana y a la hora del salto biónico a la revolución decís que tenes hambre y te escapas a la mesa de trabajo ya tenes claro el segundo acto y amaestrado los costados morados de los personajes, así cualquiera escribe una obra de teatro, si tiene al alter-ego trabajando mientras mirás por la ventana como discute una pareja sobre qué cosa tan importante que los lleva a pararse en una esquina y detener la marcha y ella grita y el grita más fuerte y él después se da la media vuelta y ella se queda estaqueada en la acera llorando. A la hora de almuerzo todavía no vas a estar en este embrollo  y por eso querés llegar rápido a la hora del pollo pero por ahora te aguijonea la melodía de cuerdas que entran cuando el personaje A se sube a la escalera y hace como que se va a ir al cielo y después amenaza con tirarse: tírate! Le grita el otro personaje, total desde la escalera no  te va a pasar nada y lo del cielo es metafórico en la escena. El personaje se tira pero como desde el cielo y queda hecho polvo en el suelo de la obra. El dramaturgo vela al muerto y consigue a otro que se suba a la escalera y se quede quieto porque si no no puede terminar de componer la escena. Lee al Shakespeare este para tomar impulso y después se siente un infeliz de la primera hora y se dice que él nunca será un buen escritor de obras de teatro, ni aunque tenga cinco alteregos trabajando juntos, y decide hacer lo del personaje y tirarse en picada desde el cielo, al rato cortísimo supera el momento melodramático y se agarra a los pantalones del personaje que esta trepado y esperando que mande usted en la escalera. El dramaturgo da una orden imprecisa y el personaje desenvuelve la tela y grita un parlamento que nadie, ni el dramaturgo, hubiera podido esperar así de sopetón, lo escribe rápido para que no se olviden las cuatro frases claves y rellena con algodón y algo mojado lo que falta. De los actos que faltan no se sabe nada. El dramaturgo tiene hambre y se imagina el pollo y la ensalada del mediodía que todavía no se ha vuelto a comer. Entonces hay un toque de queda a mala hora y él se detiene. Si ya sabe lo que vendrá no vale la pena, se obliga a olvidar todo, para así poder desandar despacio lo sabido, ¿sino que gracia tiene? Qué no se entiende nada le avisa la vecina y él la mira con odio visceral y le dice que vayasé usted a la mierda, cuando llegue la mañana ya lo va a entender mejorcito pero ahora que ni él lo entiende, pero ya aclarará con el día, que tenga paciencia. Y ahí es cuando se enoja consigo mismo por andar dando explicaciones a gente que se mete en su terreno sin saber de que se trata. Qué diálogo ni nada, los personajes monologan cada uno a su manera sobre sus propios desaires e infortunios, y nadie escucha a nadie, el dramaturgo esta desesperado porque la obra no se entiende y los personajes no interactúan como debieran hacerlo. Se han desacatado y lo ignoran a toda hora, a él, al alterego le prestan una atención desmedida y entonces acontece lo que poco a poco había venido pasando, a la hora de la cena, el alterego y el dramaturgo están en la contienda, no hay nada para cenar y se echan la culpa uno al otro. Comer es una perdida de tiempo, vivir es una perdida de tiempo, soñar es una perdida de tiempo, trabajar es lo único que no es una perdida de tiempo, el alterego lo entiende perfectamente pero el dramaturgo está en otra sintonía, él quiere hacer otras cosas vitales, comer por ejemplo y no hay cena lista y hay que esperar hasta el mediodía, pero para el medio día falta medio día entero. Por cosas como esta el altergo y el dramaturgo se riñen con vehemencia se insultan que da calambre y se tiran hasta los platos vacíos por la cabeza. El alterego se borra de la escena y el dramaturgo se queda recogiendo los pedazos del suelo, porque como se la pasa descalzo se los va a clavar seguro. El dramaturgo a esa hora sin cena piensa en la sangre en su preciada sangre y dice que él la tiene para cosas mas importante que para las astillas. Aún así prueba con pincharse el dedo gordo del pie y la ve correr en hilito y camina por la casa dejando la huella roja, eso lo alucina y la mira y la mira mientras camina y piensa en las cosas viscerales en el flujo constante de la sangre en los personajes, extra al personaje que tiró desde el cielo y llama al que lo ha sustituido sin pena ni gloria y le habla de la sangre que el tenia cuando era chico y los porqué de la azul vena, así tenes que ser, le dice, como la vena no como la sangre, contener lo importante dentro y que se vea en la superficie sólo lo aparente, así tenes que ser vos personajito y le acaricia la cabeza, al rato el personaje y el dramaturgo están hecho un nudo abrazados y se quieren infinitamente. Hasta que llega el alterego y se monta una escena de celos que madre mía. Ahí es cuando el dramaturgo se sale de la escena y se baja al bar a hablar cosas y pensar el segundo acto. No se entiende este ir y venir constante, me estas mareando maría magdalena, ya sé, pero esperate que esté lista la obra y ves que se entiende que ya estas como la vecina apurada por ver la obra completa. Acordate que tiene que ser corta, la gente no soporta las cosas largas, de tiempos acompasados de música compuesta, la obra tiene que quedar ensamblada, no estos recortes de pastiches por todos lados. Esperate que termine todavía falta la mejor parte.  

Hoy no es un día peronista ni radical, los días no tiene color político, hay días malos y otros en los que sale el sol y los otros en los que ni se nubla ni llueve ni sale el sol ni nada, despreocupate desacostrumbrate ponele el prefijo des a todo y ves que te sale bonito, dramaturgo no se entiende nada, se desentiende, y de tanto des nos estamos desconociendo, para entendidos mejor si lees otra cosa porque esta va para atrás y es complicada.


Y esa mañana se tapó hasta la cabeza y dijo que mejor si no se hubiera levantado de la cama.

ANTES


Antes pensaba en muchas cosas, ahora pienso en pocas muchas veces. Antes tenía muchas respuestas, ahora tengo pocas respuestas y pocas preguntas que sirven para la ficción, pero no para la vida. Antes el mundo era una representación gráfica grande y descalabrada, pero lo entendía. Ahora entiendo mejor el mundo, pero los modo de pensar en él son los de antes muy antes. Antes y ahora han desaparecido como metáforas del tiempo y la continuidad, en la que antes creía muchísimo, ahora me desconcierta. Antes escribía cosas sueltas que pensaba que un día iba a darte, pero que luego borraba apenas las terminaba. Ahora escribo a lápiz así las puedo transcribir en el teclado y si las borro después me puedo arrepentir un rato largo pero las sigo teniendo. Antes sabía muchísimas cosas que ahora ya no sirven para nada. Ahora, recién ahora, me doy cuenta que eso es buenísimo que pase, que el vacío es aparente y que la nada… es un alegato a favor de las traiciones con fecha de vencimiento. Ahora puedo escribir en un texto, así de pequeñito, la palabra: muchísimo, dos veces y no me parece que quede tan mal. Antes todo era complicado y ahora es fácil, pero de una facilidad muy compleja, intrincada y maravillada. Antes creía que las hojas estaban en blanco antes de…, ahora pienso que las hojas, aunque lo parezca, nunca están en blanco. Antes las palabras eran y no eran tan apalabradas. Ahora las palabras se han vuelto indomables, revoltosas y desobedientes… conversas, se amarran a una punta de un hilo y tiran y tiran hasta destramar las texturas y dejan la piel sin cobertura, como desnudas. Antes no sabía que las palabras también tenían vestiduras, ni que a veces se las sacaban, ni que atravesaran desnudas e impúdicas las calles. ¿Ves porqué terminaba por borrar los textos que intentaba escribirte?, todos se desviaban del sentido que intentaba fijarles de antemano. Las palabras se alborotaban en exceso y se tomaban demasiadas libertades, se apropiaban del texto, se decían a su manera y no me hacían ni caso. Terminaban por dispersarse, alejarse demasiado del cauce, se volvían impresentables...

30 de abril 2010.

ESPEJOS

Esas acciones del pensamiento, ocultas de todo, a todos, sin demonios presentes.  Esas historias eternas sin dios aparente...
En qué tajo de los símbolos entramos en la sombra de la vigilia que no puede verse desde la otra orilla. Hay, claro que debe haber, una sensación de amor disperso en la que ambos nos miramos.
Yo hubiera querido comprender en tus miradas, no en tu cristalina ausencia.
Entrar en aquello que podía parecer sueño. Hubo un momento en el que mentimos a dúo, fue un concierto efímero y aturdido. Feo. ¿Cómo pudimos ser un coro tan necio, cómo pudimos entrar en las fauces del delito?
Estabas ahí, vidrio por todos lados: contaré el desamor que hubo esa noche: contaré ese modo de espejar los sentimientos que había en tus ojos en tus manos en tus labios: ¿contaré que los roces vacíos de sentido se clavaron en el aura más tenue de la noche y proyectaron una figura espantosa? Era tan tarde…, tan tarde para algunas cosas y nosotros jóvenes y decrépitos. ¿Cómo has envejecido tu reflejo en tan poco tiempo? No me atreví a preguntarte. ¿Cómo has llegado a dar con la oscuridad en tan inmenso grado? ¿Cómo, la temperatura de tu sangre, has helado de un modo tan horroroso? ¿Cómo te has vestido de una silueta transparente que devuelve una imagen tan fresca y desconcertante?
Debo haber incurrido en la misma transgresión.
Debo haberte confundido con los mismos guiños extraviados.
En los ojos que ese día yo no tenía, te habrás mirado de pronto y habrás visto sólo tu cara, confundiéndote, creyendo que era la mía. Seguro pensaste que era mi alma la que te llevabas a la boca y era la tuya la que se reflejaba en directa consonancia. Habrás terminado comiéndote tu propia búsqueda.
Esa noche tan hueca, tan llena de ecos, los dos nos confundimos de un modo exagerado. ¡Qué torpeza por la que caminamos en los filos de las veredas!
Aunque creo que era imposible no hacerlo, porque los dos estábamos atontados de reflejos.
Sabías quien eras pero lo alterabas a sabiendas. Yo hice lo mismo, conociendo mis absurdos los oculté, decidí burlarte y burlarme. Un golpe de cinismo extremadamente certero.
Caímos irremediablemente en el abismo de los silencios, en la persecución sin tregua de las esencias veladas. Seguimos la ruta equivocada, siempre sabiendo de qué se trataba el juego. ¡Qué era un simple retozo!, debemos habernos prometido cada uno por su lado. Nosotros, tan lucidos, tan mortales, esquivamos las verdades con maniobras perfectas. Entramos en el otro lado de las analogías porque acaso nos medimos y creímos ser demasiado hábiles.
Tus ojos fueron un buen aperitivo para la cena, no sabías que los míos también eran comestibles hasta que los probaste y convertimos aquel festín del deseo en una cena para ignorantes insaciables.
A qué hora se produjo el espejamiento, no supimos. Nos confundimos. Creo que atinamos una estrategia dañina. Nos fuimos destilando uno dentro del otro sin previas retenciones. Eras lo que yo era, yo era lo que vos eras, y ese encuentro afortunado, desafortunados, trascendente y quimérico, nos trastabilló el rumbo y nos estrellamos.
¿Cómo saber desde antes que nos íbamos a reflejar mutuamente de ese modo tan espeluznante?  
Pasamos al otro lado del espejo en el que encontramos los túneles que no saben hasta donde llevarnos. Los conejos hubieran sabido caer sin problemas en esos sitios, pero nosotros no supimos, porque acaso nos habíamos perfumado demasiado el instinto y sólo poseíamos el aturdimiento del tiempo. Caímos como lágrimas sin sentidos y rodamos una maravilla de vértigos y olvidos.
No entendimos y seguimos. No sentimos y seguimos. No vimos y seguimos. No encontramos y seguimos. Éramos estériles y seguimos, éramos el uno en el otro y seguimos, éramos extraños y seguimos, éramos todo lo contrario y viceversa, y seguimos…
Abandonamos el juego a la hora incierta, decidimos salir desde adentro del sueño de los mortales para entrar en el otro tiempo invertido. Salimos a buscar la certeza de habernos visto de frente unos instantes, La certeza de haber atravesado el espejo lindero de nuestros seres. ¿Realmente llegamos a salir de nosotros o eso también fue una ilusión de ciegos en la negrura? Entramos en aquella zona opaca en la que cada uno tenía soberanía. Jugamos a la nocturnidad y avanzamos a tientas.
Vi en tu penumbra, tan semejante a la mía, una suerte de ternura y un perdón para siempre. Debimos habernos quedado del otro lado. Yo en tu oscuridad y vos en la mía. Debimos haber aceptado la estadía en nuestros costados mortales, para ser lo que otros eran casi siempre y todavía; pero no pudimos con la tentación miserable y volvimos a jugar a la divinidad momentánea. Atravesamos el vidrioso linde sin rasgarnos el cuerpo y mordimos la frugalidad más envenenada. ¿Habremos sangrado? Deberíamos haberlo supuesto, acaso no quisimos admitir que, como para el resto de los mortales, la carne de nuestro cuerpo era presa fácil.
Debemos haber hecho cosas que nos hicieran daño…, pero no lo notamos hasta entrado el día, cuando ya era demasiado tarde y sólo teníamos las cicatrices a la vista. Nosotros ahí, mirándonos, más insensibles que nunca.
 En tus ojos había un abismo como debe haberlo habido en los míos. Nos caímos y, que yo sepa, nunca volvimos a levantarnos. De todos los espejos antropomorfos en los que me he mirado, eras el que devolvía el reflejo más hermoso de mi imagen creada. De todos los espejos que reflejaron tus rostros, el mío debe haberte gustado aquella noche. ¿Cuándo nos perdimos? ¿Cómo desatinamos las certezas? ¿A qué distancia del vidrio nos quedamos? Esas cosas tampoco supimos decírnoslas. Era una posibilidad incierta una ceguera compartida una noche inmensa y también debe haber sido una fiesta.       
¿Las huidas, son ciertas, inciertas, o todo lo contrario después de la aurora?


Enamorarse
es crear
una religión
cuyo dios es falible.
El encuentro en un sueño. J. L. Borges

Noviembre 2009