miércoles, 14 de febrero de 2024

MIÉRCOLES DE CENIZAS

Una mañana acaso comprendés de qué va la cosa. Te ponés los zapatos te atás los cordones y un vistazo prospectivo hace que desfilen delante de tus ojos tus últimos seis meses, en la pared que tenés enfrente. El muro en el que podías ver la película ya no está. Sólo un largo desierto se abre frente a tus ojos y la nada, o lo que otros llaman inmensidad se destaja para vos.

En el armario todavía su ropa cuelga y tendrías que haberla tirado cuando era momento. Ahora ya no puede ser todo eso, ya no puede ser, y todo eso sigue colgado para darte la razón a los gritos. Estás perdido, y eso que pudo haber ocurrido ya no ocurrirá. Nada vuelve a ser igual, pero los cordones ya están atados y el mar es un recuerdo que acariciás cuando las cosas se salen de cauce; el resto es días de sol y un árbol sin sentido en la esquina de la casa más vieja de tu calle.

M. es un hombre que se pone de pie delante de la cama, M. es mi nombre y ese pequeño detalle no hace mas que confirmar certezas que a veces parecen fundamentales, pero que luego dejan de serlo. Nada hace que mi-tu silueta, en la figura de la pared, guarde algún parecido conmigo-tigo. El sol es un espectador, que está ahí para confiarte un secreto sobre tu propia vida escarlata. Claro que nada de esto tendría sentido; excepto, si estas de vuelta del precipicio. Sentís que te ha dejado la única mujer que te ha querido, y el whisky ahora ocupa el sitio que antes ocupaba la sangre que has perdido.

El hombre que habita tu nombre te ha jugado una partida de carta y en esta noche, como en  tantas otras, te ha ganado. Has perdido contra vos mismo y esa es una verdad que suena poco edificante.

Podría ser espantoso, pero no lo es porque, una vez, al menos una vez, has podio jugarte todo a ganar o perder -una pena que pienses que has perdido-, pero es sólo una cuestión de perspectiva.

Las pérdidas se amortiguan con los años, ya sabés eso; te lo recuerdo por si el olvido ha hecho su trabajito. Al cabo de cierto tiempo las calles tienden a parecerse entre sí todas y sabés que el mar seguirá sonando aunque no estés ahí para escucharlo. Tu sombra te confiesas que te quiere tanto como vos la querés a ella. Lo que hay fuera de tus ojos, seguirá viviendo pese a tus delirios existenciales, y eso, a la larga, es una verdad que te deja en paz.

Saber que la carta está marcada, a pesar de todo, es una serenidad que involuntariamente vas a permitirte, porque a jugar nadie enseña. Pero se aprende, de un modo u otro se aprende que el golpe en la mesa de madera suena en el eco sin fondo que hay en ella.

Ya no será la perfección y eso te preocupa; tampoco será la muerte en el otro lado de la puerta. El fondo del vaso no tiene el reflejo de tus ojos, y eso te tranquiliza, porque lo que te jugaría una mala pasada, realmente, es enfrentar tu mirada de ojos descangayados.

No es fácil ser un corazón duro, lo difícil, lo realmente difícil, es acariciarle la entrepierna a la certeza cada mañana; saber que en el lugar donde otros tienen un corazón vos ya no sentís el latido.

M., espero que cuando hayan pasado los seis meses correspondientes estés en un mejorcito estado. L. debería llevarse su ropa antes de que me entren ganas de comenzar a usarla.


lunes, 24 de abril de 2023

Odisea cuyana


Como ir de la tragedia a la comedia en un día y sobrevivir a los experimentos literarios. Pongamos que es lunes, una injusticia que alcanza a una cantidad de gente es noticia de los diarios. Se generan las opiniones diversas, las tristezas de los que perciben la pena de los que sufren el mal del día. Todo se acelera, ya no hay males de época como antes había, sino para un par de semana alcanzan las pesadillas que unas a otras se suceden. Pongamos que es martes, se genera un atropello de derechos que ha llevado una lucha de muchos años conseguirlos, muerto el derecho llorada la pena sin tiempo para hacer el duelo. Pongamos que miércoles se limita una repartija de dinero que antes habíamos puesto a través de los impuestos, perpetrado el robo, estafas en la cara te quedan como cicatriz. Recordamos más al lobo cada día y también a las lobas que corren pero por desiguales motivos. Como las marcas en los rostros repelen, nadie pregunta cómo es que las hicieron y se naturaliza todo lo que entra en la bolsa del viejo que recorre los bosques. Pongamos que es jueves, para pagar todos las cuentas no alcanza entonces se selecciona con cuidado una parte y se descuelga la otra. Hay cuentas que no pagaremos y por eso tendremos intereses que tampoco pagaremos porque si no se puede con el neto menos con el incremento. Pongamos que es viernes y hemos dado por cerrada la semana y se anuncian destierros, fogatas en las calles, otro montón de bolsas con injusticias, robos, maldades, mentiras y codicias. Pongamos que parte de los televidentes aprecian las cosas que no pasan y parte de las novedades que se fabrican para mantener el clima de tragedia. Acaso tristes pero lúcidos se reconfortan en la suerte de, al menos, saber quién es quién entre la multitud aturdida. Felices ya no vamos a ser. Ricos ya no vamos a ser, sabios ya no vamos a ser, sanos ya no vamos a ser y sólo queda la risa dolorida de la ironía. Resignación para el alma y para el cuerpo implica un esfuerzo espiritual que no vamos a hacer. La pereza cae como lluvia sobre los cuerpos que se paralizan. Se ha logrado el objetivo de volver enemigo al amigo querido. Mientras con tu flota de compañeritos vas por los mares luchando contra vientos infames, peleando contra voces de sirenas, jugando con tus compadres de navío a amores ilícitos, mientras todo eso pasa, querido Odiseo, acá allende los mares, vemos las paredes del tiempo caer como si las pinturas derramaran los colores. Se derriten las prendas con la que han vestido a tantos a través del tiempo. Es tiempo de ocaso, de otoño, de tragedias, de llantos e impiedades. A un chasquido de dedos nos dejan la comedia para mirar por el dorso a las fauces humanas. Es trágico el presente mientras te ausentas. Esa construcción del hombre ausente nos ha legado un aprendizaje inconmensurable. A pesar de todo, no es un país de mujeres aunque podría serlo.
  Pensar en tu regreso, no es menos dramático, de llegar a estas montañas tan lejos de las costas, ya viejo, triste, cansado, con un montón de hijos ilegítimos, con perdones que dioses te han dado,  no sé si te valdría la pena. Realmente, acá no   encontrarás glorias, sólo reproches, desplantes y poca comida. Hay que ver los días en que he amanecido mirando el mar, esperando retornos, de qué habrá evitado mi sueño arrinconarse para alargar los ojos tanto y con tan estéril recompensa. Es vacío el presente de cordura, lo sé por el sentimiento cómico que acecha. Mientras había tragedia para contar era tenue el equilibrio, ahora que la risa de la hiena acecha, que el eco de la carcajada se emula, el futuro canta de una manera trémula su impaciencia. Escribir podría en verso, en soneto blanco, en letra de tango, en consonada tonada cuyana, en prosa poética, en ilustrado léxico y  a pesar de ello no lograría decir lo que se ve desde la pendiente. Los que han usado las palabras huecas a su favor han dado el tono al coro que en vez de elevarnos, como es propio de las virtudes del canto, dan monocorde modulación a tiempos desesperados.  He tejido la mortaja día tras días, y deshecho el trabajo noches y noches hasta que decidí irme de las esperas por tu regreso. De los mares no llegan alivios, ni hay señales que ya no se develen. Acá en la cima los cantos de cóndores me han aliviado, las lunas llenas me han tornado los ojos y el clima áspero me ha templado el cuerpo. Lejos queda todo aquello y las recompensas que develan los sortilegios caen una a una en mi caverna. No se vive igual que en Ítaca, hay que reconocerlo. Las islas tienen sus encantos sobre todo para quienes las abandonamos y las miramos en el recuerdo. Haber perdido una isla es cosa adversa, pero abandonarla es una decisión que a todo lo demás precede. Han pasado ya casi doscientos años desde las últimas grandes migraciones, ya no llegan barcos de exiliados ni mártires de guerra. No llegan viajeros dispuestos a conocer el fin del mundo para cambiar las teorías. Ser Penélope en la isla era un destino, en cambio guardar el nombre en la montaña me ha traído un cántaro de barro repleto. Las piedras y las perlas se parecen en el hilo que las une. El mutismo de la altura para algunos es mal de puna, en cambio engarzar cantos es orar el silencio.

viernes, 14 de abril de 2023

agua

 


Toco la gota con la punta del dedo. Deslizamos juntas por el cristal hasta el fin del mundo. Acá estamos ella, la gota y yo coincidiendo en este inminente play. ¿De qué lado de la realidad llueve más? El I Ching me dijo agua en cada hexagrama que estudié en el año y también tuve esos sueños llenos de agua. Escribir es un peligro a veces. La gota late en mi mano un rato soy su madre y carcelera. Me amigo con los mares que atravesé en la presencia de esa gota. Volver a la ventana y abandonarla a su suerte sobre el cristal, dejar que vuele con el viento en hilito… a cambio la pequeña llama crece en la vela,  lentamente. Se produce la alquimia y fluye la gota que ahora flota en la llama que mi mano acuna para abrigarme el alma. Leí el remolino de Liliana Bodoc, que no recomiendo leer a solas. También vi Rashomon, y comprendí la cercanía entre el agua y el fuego en esa escena final  en la que el fuego se ve sobre el agua en una contradicción semántica que trina de belleza. El agua.                                                               

Foto: Gabriela Cammertoni y yo la transformé. 


huella

 


huella.

Cuelo por la ranura que hay entre las piedras las gotas de sudores

Piel que se perfora y va en la deriva cíclica

Gotas de lágrimas que el viento seca y son hilito de sal

Tiro del hilo, lo engancho en un árbol hasta siempre

Me descoso

Esa sombra que se alarga en la calle me desconcierta

Sal, polvo, piedra que se evapora bajo el sol

Me diluyo.

Mirada que dilato, como la pupila que fuera de la oscuridad se obnubila

Me disuelvo en intentos

Las manos derretidas no pueden contener lo que se desarma

Cada día un poco más soy menos eso que era

Me desaguo con la aurora mientras el sol se asoma

El reflejo no reconoce la ausencia de huellas

Desintegración en vuelo lento

De todo menos olvido

De todo menos cenizas

Me deslenguo cuando las palabras forzadas son silencio

El eco que mi voz tenía se ha fragmentado

Lo que era cuerpo es figura

Lo que era cántaro es rendija

Las imaginaciones son todas mías y las mujeres metálicas de ella

Donde había certezas hay preguntas

Me diluyo.

Vuelve el desierto que no es metáfora a recordarme la insignificante obra humana

El sueño se desvanece y no es tremenda la soledad que deja en el hueco

Camino hasta sentir el suelo que hierve bajo los pies hasta elevarme

No es tan duro el suelo cuando se abren las grietas y derramarse es una aventura

Me disuelvo como un pigmento bajo la lluvia

Disuelta.

 

martes, 8 de febrero de 2022

Angélica Gorodischer y el jaguar.


No era fácil llegar al taller de Angélica pero una amiga mía desde que tengo 23, que trabaja a tiempo completo de hada madrina, me hizo de puente como solo ella sabe hacerlo. Angélica leyó mi mail y me dijo, bueno dale vení. Nos escribíamos por mail con la cercanía de haber sido siempre vecinas o enemigas. Ahora, tu voz Angélica se ha vuelto muy potente en mis oídos. Angélica tenía más de setenta y tantos cuando la visitaba y yo veintiséis. Mi vida era un embrollo de tantas cosas pero quería aprender a escribir mejor, quería intentarlo a fondo pero además quería conocerla porque ella era un horizonte. Me tomaba un micro a Rosario, pasaba el día vagabundeando por las calles de Rosario hasta la hora que nos tocaba entrar, nos esperaban con una alegría de festejos. Cuando esas horas terminaban me volvía a la terminal y pegaba la vuelta a mi sanjuanistán. Desorientada, aturdida y escribiendo. El Goro era ese señor que había construido puentes y hecho medio Rosario. Era cercano, me preguntaba de todo, me decía qué podía o no comentar con ella. Eso no le digas porque te va a echar a las patadas. Eso otro si, contále que le va a encantar saber. Un anfitrión que me daba las claves de acceso, ese era el Goro, un viejo adolescente entusiasmado. De la casa de adelante pasábamos a la de atrás. Las dos eran pequeñas, para qué más? No eran tiempos de fotos ni de mostrar nada de la intimidad de la vivencia. Éramos un grupo de mujeres, escritoras, poetas, todas de Rosario, eran mucho más grandes que yo como de 40/50 y ella la más vieja y la más joven. Cuando la conocí me sentí anciana frente a su vitalidad, aprendía a rejuvenecer, ella me enseñó. Estos días estoy otra vez echa un lio y lloro y leo y lloro y escribo. Qué mierda es la muerte cuando llega, fuerte como un viento y golpea las ventanas. Tengo miedo, tengo desesperación por ir hacia atrás en el tiempo. Tengo tantos recuerdos que no visitaba hace tanto tiempo. Uno: para llegar a la casa de Angélica caminaba cientos de cuadras porque tenía todo el tiempo del mundo y mientras andaba me di cuenta que no me había sacado esa pulsera de red que me agarraba la mano, que me había regalado ese malísimo amor y me la saqué, la tiré por un hueco en una construcción vieja. Me liberé de mil años. Me fui liberando en cada viaje de cáscaras y machismos. Cuando tomábamos el café hablábamos de cosas para contar escenas delicadas y la luz y el tono y eso otro. A ver, nena, léelo otra vez, ponéle el punto ahí, no, no, más acá la coma. No! va mejor si no va con comas. No te hagas la joissa tampoco. No digas alteridades  y esas mierdas académicas en mi presencia. La mujer puteaba todo el tiempo, era muy bestial escucharla a pesar de su torta de chocolate, de sus setenta y largos del café, del té, de la delicia que podía cocinar. Angélica era esas mil cosas, actividad constante y lengua mordaz. El Goro no iba a la casita de atrás, allá era solo para escribir y leer, la literatura, era su refugio su lugar más alejado del mundo. Aprendí secretos y un modo de vivir decir escribir. Hacé lo que se te dé la gana con la estructura de los textos porque es tu mundo y sos libre para siempre. Hace veinte años de eso. Me abrió las puertas con sonia mattalía, y Sonia me abrió más puertas, así la cadena de favores me encomendó a dioses de Borges más acá y más allá del atlántico. Era vecina de la mamá de Messi, acá a la vuelta viven, gente buenísima decía. Era mala pero generosa. Ella siempre respondía el mail, me daba consejos para criar mi peque, para escribir, para vestirme, para coger. No te enamores de nadie más que de vos misma. Y leía las cosas que yo llevaba con paciencia y me decía cosas y me enseñaba. Un día me dijo: nena, no vengas más ya está, ya sabés lo que tenés que hacer. No me dejó que la abrazara esa vez. Listo, ya sabés lo que tenés que hacer, escribí hasta que te salga bien. Le gustó que me doctorara en la obra de Borges, me alejé. No sé muy bien porqué desde que se fue me cuesta dejar de llorarla. Hace días que llegan y van los mails de escritoras, críticas y amigas que estamos encajando esta ausencia que no cabe en ninguna parte. Nos reímos y lloramos por escrito por ella, con ella. Era tremenda y divertida.

Los jaguares, las feministas nuevas que nada saben de lo que les pasaba a esas mujeres, allá hace veinte años en Rosario, los domingos. Angélica era la mujer y la escritura, la que me habló del feminismo de la Argentina, de las mujeres que escribían de verdad no esa mierda sensible y me abrió el mundo y me echó de la casa para que no volviera más. Ahora me veo tan pequeña intrusa en ese jardín.

He vuelto en esto años varias veces a Rosario, nunca ha sido igual, no la volví a visitar, no vengas más a verme, me dijo. Sólo por mail.

viernes, 23 de septiembre de 2016

a,b,c,d,f,g y esas letras

                                                                         



a
Porque nací vieja vi los techos antes que los cimientos
Y las copas de los árboles antes que las raíces hundidas
De imaginar un mundo cualquiera los días rojos dieron panes
Y el mundo de las apariencias contrajo sífilis y demencia en prostíbulos
Se creó un big-bang a medida y entonces el sol salió dos veces en esa aurora
Si había perros aullando a nadie le importó
Si los fuegos de una mujer salieron por sus ojos e incendiaron el muelle
A nadie le importó
Ahora que las lámparas de gas han emigrado al cielo
Descubren en lontananza una flor muy rara
Se acaba el fulgor, se quema la tierra, el agua se evapora

b
Nada es demasiado bello,
El horror a derecha e izquierda combate con igual máscara
Y Nosotros, que lo hemos visto todo,
Que nos hemos comido los ojos en alguna fiesta negra
Que hemos llorado lágrimas de sangre,
y con la misma indiferencia,
bebido el néctar,
para ver si en el dorso también amábamos.
Nos sentamos a la vera de un camino de tierra
en un pueblo apartado del mundo
al que nadie llegaría voluntariamente
nos damos las dedos, hasta agarrarnos las manos
y en ese gesto, humilde que de simple no tiene nada,
sabemos, como a quien un dios se le revela,
que juntar las mano a cierta hora de la tarde
puede salvarte la vida unas cuantas veces
y darle al mundo una razón,
aunque no sea más que una,
para seguir dando vueltas

c
porque en la noche oscura el resplandor vimos
creímos que era oro y corrimos a desenterrarlo
en mitad de la noche, negras como mi alma de luto,
dimos cuenta apenitas quisimos tocarlo que no era
eso sino quimeras
dormidos y caminando
arrodillados ante todo
siendo de la espiga abierta más que solidarios
humillados ante el asombro de habernos creído altivos
retornados de abismos servidos en porcelana
desangrados,
los versos uno a uno engarzados en una aguja
dedos que amontonados parece manos
de las iras he aprendido que también pueden ser poemas

d
Suena el tambor bajo la tierra
se estremece mi mesa de trabajo
algo me atraviesa las manos y me impulsa
a encender un sueño que hubiera permanecido siempre apagado
si yo, ahora, no estuviera trabajando
dispuesta a ser escrita por la mano que mece al mundo
a escuchar las voces que a otros no les hablan
a perdonarme la locura que incuba a la poesía
si todo eso no pasara, no hubiera aprendido
que escandir el verso, es una labor de labriego,
por eso, a la primera hora,
recuerdo a la espiga de trigo
ése es mi símbolo religioso
entre un dios de dimensiones desmesuradas
elijo
allabrador
alaguador
y cuando ellos se ausentan,
(porque hasta los hombres a veces fallan
en la tarea de administrar la divinidad)
y las mujeres han sido desvestidas de esas tareas
elijo al animal que,
sueltas las riendas,
no correrá desbocado
y aún si lo hiciera, volverá a su hora
y será, entre todos los seres de sangre,
el que guarde el secreto equilibrio
el que en el cuadro verde
serene el caos
al caer el ocaso


e
Si ahora yo tuviera tu mano,
Si me aferrara a ella
Estoy segura que escribiría una obra perfecta
Pero no la tengo,
Y en la ausencia de la piedra que para mí sería gozne
Por donde darle la vuelta al mundo
El quietismo y la inercia me desvían los ojos
Si tu mano fuera el punto de apoyo donde yo pudiera
Dar vuelta al mundo los dos habríamos dado por ganado el día
Yo porque hubiera hecho de esa, tu mano, el punto de equilibrio.
Vos también habrías ganado,
porque yo confiaría el mundo al cuidado de tus manos
Y estoy segura que lo mimarías como a un niño

f
Hoy he visto a madame La morT, está feliz,
sentada en su silla de jardín riega con un hilo de agua las plantas
Quien diría de ella que se ocupa de mantener viva la vida
Me ha dicho esas cosas sobre el agua, sobre el curso que ella recorre
Silenciosa la he escuchado hablar,
Con ampulosas palabras dichas en la boca sonriente
Dejada la pesada noche detrás de la puerta
Su propia noche que siempre la espera
Señalado lo cerrado como un muro
No dejes de mirar la pared mientras por ella corre el agua
No dejes de escapar día a día de lo que hubiera sido tu destino
Si al lado de mí, de ella, te hubieras quedado.
LamorT sigue sin confesar su pesar, pero hablamos, nos decimos cosas en voz baja
Nadie nos escucha de todos modos,
No hay nadie cerca, ni humano  ni sin humanidad
No estaríamos  haciendo lo que hacemos sin la ausencia de todos
Ella me seduce, ella me dice cosas, las palabras es su modo de acercarme a ella
Su manera de mostrarme la puerta entreabierta
Las rodillas separadas
Los pies torcidos, hundidos en el agua
Cualquier agua es un canal abierto, el hilo que corre en el río es también la vida
Cualquier agua es un canal abierto, el hilo que corre en la letrina es también la vida



g
Retumba en mis ojos una campana que aturde
El dolor del desgarro se expande tibiamente
El silencio del dolor es extravagante
como el amor que nos une
Un rayo de hielo atraviesa la mirada
Algo muere para siempre
se cuela por el hueco vacío de tu abrazo
que aún está caliente, arde
cabalgamos sobre la precaria humanidad de carne
Mañana amaré, perdonaré y olvidaré en exceso
Mañana el día volverá a latir un tiempo irreal
Mañana cuando esos lazos no estén
acunando mi cuerpo en la aurora
Crecerá el tiempo sin medida
Algo huele a sumergirse en el agua y aguantar la respiración
los minutos y las horas caen grano a grano
el momento en que te pierdo
el horror de volver a encontrarte al cabo del tiempo
esa incomoda lumbre se avivará en el ocaso
el ciclo se circunda y nos atrapa
el centro es siempre ese misterio que aúlla
y una y otra vez nos atrapa
la balanza oscila hasta inclinarse del todo
Nunca me acostumbraré a tus modos de lejanías
Ni a la ausencia de tu cuerpo
Ni al dolor de la partida
Ni al vacío que dejas cada vez que te alejas
Cada vez que decimos adiós

  
j
Para saber ¿qué cosa?

Decir historia y ver tus ojos
Decir tiempo y sentir tus manos
Decir sexo y escuchar tus sonrisas amuchadas


Las artes de los colores de los sonidos
De los olores de las penas de las noches vacías

Todas las cosas que habían sueltas han ido a parar
A un costurero de mimbre donde una hada vieja
Sutura con hilo invisible las partes rotas
Las alas rotas, los silencios, los errores

Para la hora en la que el sol se vaya
No habrá nada que no merezca un cuento
Una copa, y ¿un porqué no?

La poesía
No da conocimiento
No da tranquilidad
No alberga
Por eso mismo la risa de la hiena
En ella se hace eco y melodía.



 k

Por ser otoño no había sueños
Por ser verano no había noches
Un ojo blando, añejado en serio
Y así dos manos y una boca
Dieron una nota angelada
Si era un hombre, si era un cielo
O si las vueltas de las palabras te nombraban
Acaso que importa, acaso la hora triste ha muerto
Así de esa voz ronca que te anuncia
De este oído torpe que te escucha
Nada ha quedado sobre la mesa
Todo se ha vuelto casa debajo de ella
Debajo de la mesa todavía no nos hemos amado
Allí te espero para inventar una cueva donde guarecernos

l
las calles se han vestido de tu ausencia
por el cristal corre la gota de la tristeza
tan llenas de perdones de hojas secas
que avisan la cadencia del tiempo
si hubo sol no lo vimos
si acaso noche, tampoco,
el ojo cegado,
la montaña blanca
las copas rotas
la sangre corrida
y esa sombra que era la vida
todo ha ido tras del velo que cubre la primavera
ya no hay rosas
las espinas han ganado el lecho
no es un adiós como otros
de llantos
de noches frías
ha muerto la poesía que te esperaba
tiritando en el umbral silencioso
una armadura hecha de sueños
y un soplo de viento que ha congelado los huesos



viernes, 24 de junio de 2016

TROVA


Escribo para trovar tu momento
Bebe alguien de la piel de la tierra
Unos sorbos de agua,
de sangre,
de tibieza
Y son sus ojos los que encuentran la puerta
Que te libera
niño,   
hombre,
anciano de tu pasado
Por jugar al juego de la conciencia te ves cenizas recayendo en el  paisaje
Y ves la Patagonia entera, hecha tierra hembra,  abandonarse al abrazo del mar para siempre.
No hay piedrita que no te duela,
con cada dolorcito construís la muralla.
Marcas del linde entre esa eternidad que ya no existe y la aurora que ilumina los días inciertos.
Su-tu historia es un día,
un año
un tiempo,
¿quién lo diría?
quién callaría
y un bollo de silencio con todo haría

Ir a buscar tan lejos un adiós interminable,
Para traerlo enredado en el pelo y en los    los    los
Volverás deshojando el silencio, acaso
sin saber,
que  desnudar el tallo servirá de espejo negro a tu alma
que seguirá tiritando de frío.