sábado, 1 de marzo de 2014

DESAMOR EN ROJO

2011

Escuchabas tararear una trova y no la estabas entendiendo, no la estabas sabiendo escuchar, no estabas poniendo el oído dónde sonaba la cuerda y yo tampoco. Nada de teorías atonales, un simple desacuerdo de esos fundamentales, que nos hubiéramos querido querer pero mejor lo dejamos para otro día. Era tarde entonces pero igual soñabas y dentro de ese sueño había otro sueño en el que estabas ahí diciendo, me caí entre los dos continentes en el medio del océano y no me ahogué porque nadé hasta la próxima tierra; estabas tan contento de haber sobrevivido, agua, demasiada agua bajo el puente. Aguas que decanten poco a poco la lluvia que todavía no ha dejado de lloverte-me por dentro.
No hay adentro o afuera decías y el otro oído escuchó con atención y llamó al tercer oído que todavía no era el musical, para que el coro no estuviera en las voces sino en las escuchas. Era un sueño anormal sobre todo porque estando despierto no sabias muy bien qué hacer ni con los oídos ni con los sueños dentro de otros sueños ni con las notas musicales que no estaban sonando. No tiene fuerza suficiente no tiene poética que sustente, casi no tiene lógica dijo y otra voz dijo y otra voz dijo y a medida que sonaban las voces los oídos aparecían, algunos crecían otros empequeñecían otros planeaba largas escuchas como telefónicas, otros oídos no hacían nada porque estaban aquietados como muertitos. Las voces que usaste estaban todas aterciopeladas pero sin preciosismos, algunos dicen que así son las lenguas de los gatos yo prefiero pensar en tu piel tesorito y en tu peine rojo al que le faltaba un diente.
No hay poética que sustente la muerte lenta de tu ausencia ni la estela que has dejado cuando te has ido de mañana tan tan temprano; sé que planeás un largo regreso en cámara lenta, sé que estarás atrás de alguna puerta cuando al cerrarse se me alarmen las disquisiciones y ya no sea tiempo de andarte entendiendo ni de andarte hilando nada. Entonces habrá un zumbido como de avispa y algo se hará miel entre tus manos y te ensuciará los dedos y dejarás de ser un aeropuerto donde aterrizo, dejarás de creerte un músico dramático, un año entero en el que no nos vimos, un juego en el que gano aunque no quiera y vos te das por perdido.
Antes hubiera sido diferente decías, otra vez antes y después ahora y más luego, esa forma de temporizar me agotaba, sabías que me agotaba pero vos querías seguir insistiendo con eso. Bajaste por la pendiente más alta de esa noche. No te vi irte, es cierto, pero sabía que estabas en eso de volcarte, de desbocarte a solas que no querías compañías y está bien estar solo sola a solas y está mal andarse reprochando como si todo fuera un vértigo un susto un mal hábito de higiene.
Salir del tiempo y entrar a la temporalidad que se hace bucle, eso sigue siendo muy difícil, también lo de encontrarnos en las palabras en tiempo real, digo tiempo de ahora no de hace diez años, creo que eso te sigue latiendo aburrido y tristecito. Con el diente del peine hiciste un chiste, primero fue eso pero después fue un largo preámbulo de cómo y de qué manera se te fueron cayendo a vos los dientes cuando eras chico, seguiste por el camino de las analogías y te creíste peine por todo un día. Peine al que le faltaba un diente, dale usáme peináte conmigo decías, que estabas defectuoso pero que igual servías.
No tirabas el objeto porque de alguna forma te recordaba a vos mismo y estabas a punto de inaugurar uno de esos museos de cosas raras, un museo de peines que han sido muy importantes para alguien decías, porque en el fondo ese objeto se parecía mucho pero mucho a lo que fuiste en esos días más que nada por lo colorado. Estabas tan enamorado del color del peine que no me veías ni a rayas a través de los dientes.
Cómo abrir la trama entonces, cómo no dejarse arrastrar por la muerte tan temida que nos tenía como rehenes. Aún estamos a tiempo de abrir el juego decías, aún a tiempo, aún estamos, abrir el tiempo del juego, tantas formas de acomodar la sintaxis sin decir lo que a lo mejor deberíamos haber dicho. Aunque siguiendo tu plan de shhhh calladito, creo que por fin he llegado al rincón aquél del que hablábamos cuando las palabras tenían todavía un solo sentido, cuando se estiraban como el elástico de tus prendas íntimas y te chicoteaban contra la piel húmeda.
Los sueños dentro de sueños siguen siendo mi-tu juego preferido porque se brotan como la neurosis como los naranjos en el invierno como los años de la conquista histórica decías, de las compañías de Jesús; tanta conquista que no quedó en el tintero y ahora no alcanza para llenar los huecos que te hiciste. Le pusiste un peca a cada pocito para disimular pero ellos siguen diciendo que en cada ahí falta algo. Te fuiste pareciendo cada vez más a una tela de lunares a la española y flotás sobre el tronco donde anida la belleza.
Había un cuerpo que a veces era el tuyo otras era el mío, otras no sabíamos dónde estaba la puntual diferencia y seguíamos siendo dos pero de un modo mas bien rarísimo. Un modo de felicidad paradójica porque era compartida o era solitaria a dúo, se armonizan las formas de la felicidad ciertas veces y no es tan grave que divagues por tus rincones mientras yo lo hago por los míos, ¿eso significa juntos o separados o separados pero juntos?, creo que esta parte sigue estando hoy en entredicho como hace siglos como ayer. Hambre loca de aceptar que tus defectos no eran tales sino simples pasadizos hasta la casilla siguiente, hasta que se  traviese otro país en tu cabeza y quieras irte a conocer cómo cocinan la comida de Oriente en esa otra nación tan de Occidente pero con ganas de hacerse la China hasta la uñas.
Una vez perdí la noción del tiempo, fue cuando vos la perdiste y nos encontramos en el cielo, ¿se puede seguir diciendo cielo a secas sin actualizar las palabras? es que el cielo ha cambiado tanto decías. Tanto espacio aéreo para continuar con eso de marcar las fronteras así en la tierra como en el cielo, el cielo que compartimos y el que vimos solos cada uno por su lado. En este mismo momento no hay cielo en Italia ni en dos países de esos emergentes que por ahora ni siquiera tienen cielo propio y tampoco pasa nada. Pasarán las horas que teníamos acunadas entre las manos, pasarán los domingos y el sueño se volverá a brotar dentro de otro y otro y otro, eso se parece tanto a la vida. A lo mejor la vida sigue teniendo sentido en estos días, decir la palabra vida decías, sin que le cuelgue una ristra de antropomorfismo y otras hojas de hierbas. Eso se parece tanto a querer y no poder con las cosas pequeñas las grandes las que habría que haber dicho y no dijimos. Se parece tanto también a todo lo que sí nos dijimos.

En la hora del silencio, la que siempre llega, seguiré escuchando la otra forma de tus palabras. Así fue como de raro no quedó casi nada, de defectuoso hay que ver que tampoco. Quedó la estela, tu ausencia, la pasión por robarte los palitos chinos de los restaurantes, el peine de exposición para peinarte baño a baño y vos sin defectos con un racimo de oídos todos nuevitos a cada lado del rostro, quedaste únicamente vos todo oído y peinadito.

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